Si los altos directivos de las grandes compañías que cotizan en bolsa, no fueran, finalmente, quienes determinaran sus propias retribuciones, ¿ganarían lo que ganan?
Hoy en EL PAÍS (domingo 20 de Abril, pag. 28, “Sueldos record para los directivos”, Miguel Jiménez) podemos leer que Ignacio Sánchez Galán, Presidente de Iberdrola, cobró el año pasado más de 16 millones de euros; Alfredo Sánchez, Consejero Delegado del Santander, 9,6 millones, Francisco González, Presidente del BBVA, 5,1 millones, Francisco Luzón, del Santander 5,62 millones, Matías Rodríguez Inciarte, del Santander, 5,15 millones, José Ignacio Goirigolzarri, Consejero Delegado del BBVA, 3,59 millones, Ana Patricia Botín, Presidenta de Banesto y Consejera del Santander, 3,5 millones, etc.
Algunos de ellos se justificarían diciendo que su retribución apenas supone un pequeño porcentaje de lo que hacen ganar a sus accionistas, vía resultados o vía incremento del valor de las acciones. También dirían que una parte de ésta se debe a que consiguen buenos resultados y que es variable y dependiente de los mismos. Pero ¿es que los altos directivos son los únicos responsables de los resultados de sus compañías? No, en absoluto. Entonces ¿por qué estas retribuciones?, ¿por qué estos incrementos?, ¿por qué esta situación de permanente, generalizada y rampante escalada de las mismas? Trataremos de explicarlo.
¿Podemos considerar que la alta dirección es un factor de producción sujeto a un mercado, como haría cualquier amante del mercado? Sabemos que éste, el mercado, es el maximizador del beneficio de todos, ofertantes y demandantes, quienes, a través de la búsqueda individual del beneficio por parte de cada uno de los que intervienen en él, encuentran el beneficio colectivo. Eso oímos constantemente y es más verdad que mentira. Pero, ¿es aplicable, en este caso ese razonamiento? ¿Asigna el mercado esas retribuciones? Repasemos algunos conceptos.
Cuando la demanda de un factor la configuran muchos demandantes, y la oferta muchos oferentes del mismo factor, se dice que todos los intervinientes en la fijación del precio, tanto del lado de la oferta como del lado de la demanda son precio aceptantes, es decir, que, al no poder reconocer su influencia en la fijación de los precios a título individual, todos aceptan que el precio lo fija el mercado, allá donde la curva de oferta – que va ofertando más a medida que el precio sube – se encuentra con la curva demanda – que va demandando más a medida que el precio baja -. De esa forma se maximiza el excedente del demandante y el del ofertante; esa es la ventaja del mercado, su eficacia.
Cuando, bien del lado de la oferta bien del lado de la demanda, aparece algún poder para fijar el precio, ese poder se deriva de que es uno o son unos pocos quienes ofertan el factor, o uno o unos pocos quienes lo demandan. En pura teoría económica, cada ofertante de un factor de producción que tuviera poder para fijar el precio de ese factor intentaría fijarlo de modo que consiguiera la retribución correspondiente a su contribución marginal al resultado. Y si fuera uno sólo el demandante trataría de comprar el factor a su coste medio, dejando a quienes lo ofrecen sin plusvalía alguna, casi al borde de la condición de abandono del mercado.
Pero el mercado de los altos directivos no es un mercado transparente ni global.
Primero, del lado de la oferta no es abierto, sino que está dividido en muchos segmentos estancos – casi cada compañía o cada grupo empresarial lo es -, a cada uno de los cuales sólo accede un grupo pequeño de altos directivos, mediante un sofisticado mecanismo endogámico basado en los apellidos, la amistad, la escuela de negocios de procedencia, incluso, a veces, los méritos acumulados en la propia compañía, pero que son juzgados también por el grupo oligárquico de control, etc. Si en cada uno de estos segmentos estancos, con acceso controlado por los dirigentes, estos grupos de dirigentes, actuaran como un cartel monopolístico a la hora de fijar sus retribuciones intentarían cobrar de acuerdo al beneficio marginal a que su contribución diera lugar. ¡Y eso es lo que se atreven a argumentar a su favor y lo que se tragan sin rechistar los accionistas en las juntas!, reconociendo así que fijan el precio al margen de la competencia.
Pero, en segundo lugar, es que ellos no sólo son ofertantes oligopolísticos en su segmento estanco en el que el acceso está controlado por ellos; ¡es que son también la demanda!; son a la vez la oferta del factor alto directivo en sus compañías y la demanda del factor alto directivo de sus compañías.
Y por si fuera poco, sólo ellos manejan una parte sustancial de la información con la que luego argumentan sus retribuciones.
El control de esto debería estar en la Comisión de retribuciones del Consejo, cuyas retribuciones dependen también de los altos directivos. Éstos, siempre bendicen, claro está, y lo hacen en nombre de los accionistas, esas retribuciones. Y luego, en las Juntas de Accionistas, todos bendecimos por acción o por omisión la representación de esa comedia.
Se entiende ahora por qué ganan tanto lo directivos. Son juez y parte; y ya se sabe: “quien parte y reparte, se queda la mejor parte”.
Deberían de ser más serios. No hace falta que los accionistas lo exijan, bastaría con que ellos tuvieran un mínimo de…, cómo llamarlo sin ser innecesariamente ofensivo para nadie…, tal vez elegancia…
Con lo que han ganado ya y lo que pueden seguir ganado, incluso si lo ganaran merecidamente, es decir de acuerdo a sus méritos, no estaría de más un gesto; pero no sólo el de bajarse esas escandalosas retribuciones a niveles menos obscenos, eso sería tal vez demagógico, sino el de establecer, de verdad, en sus compañías, mecanismos realmente transparentes de fijación de sus retribuciones. A eso debería contribuir, a la transparencia, no otra cosa, ni por supuesto a fijar lo que los directivos deberían ganar: un marco jurídico formal mejor diseñado y una CNMV con un reglamento más eficaz. También cada uno de nosotros puede contribuir si no comulga con las ruedas de molino que nos ofrecen.
No es que yo no crea en el mercado, ¡claro que creo en él!; no lo arregla todo, pero, en general, asigna muy bien los recursos; otro día hablaremos de lo que no arregla. Pero si se puede llamar “mercado” al mecanismo que asigna las retribuciones de los altos directivos de las grandes compañías, que baje Dios y lo vea.
Gustavo Mata Fernández-Balbuena
abril 27, 2008 at 10:46 am
Estimado Don Gustavo:
Observo con horror que está usted poniendo el dedo en una de las llagas infectas del sistema de mercado. El efecto detestable de ser juez y parte alimenta la mala educación recibida de egotismo, actuación a corto plazo y bloqueo de talento por parte de una oligarquía onerósamente auto-retribuida. ¿Hay o ha habido excepciones? ¿Dónde han ocurrido? ¿Grecia? ¿Mediante qué factores de regulación? ¿El ostracismo?
Sin bien ante un nuevo equipo directivo es natural adoptar un tiempo de espera y laisez faire, este equipo no pierde tiempo si el juego deriva a un «rater l’occasion». Los movimiento psicológicos son empáticos y simiescos (tal es nuestra condición); mi posición A es como el directivo John Nodee y éste gana X, por tanto debo retribuirme X+delta, siendo delta un multiplicador arbitrario de la inflación.
Ocurre que callamos, ocurre que si miramos la lista de Forbes no sentimos aversión, sino envidia. ¿Para qué diablos quieren tanto dinero? ¿Es este el espíritu emprendedor que nos inyectan desde adolescentes? ¿Ánimo de lucro personal versus creación de valor para los accionistas, y para el conjunto de la sociedad?
Concluyo con un humilde «Haiku» que compuse en clase de Planificación Fiscal (que fue realmente interesante):
Todos morimos,
¿Damos lo suficiente
mientras vivimos?
Un fuerte abrazo en mangas de camisa (de fuerza)
David Navarro, alumno y admirador
abril 27, 2008 at 11:08 am
Querido amigo, nada que añadir a sus observaciones siempre tan pertinentes.
Sólo le mando el primer haiku que he compuesto en su honor, bajo su inspiración y siguiendo sus sabias instrucciones: 5/7/5.
Nadie llevará
camino de su tumba
su bolsa llena
Para qué atesorar, mejor compartir.
Su discípulo en el arte del haiku.
abril 27, 2008 at 11:18 am
Don Gustavo, qué espléndidos alumnos son los grandes maestros.
¿Se le reprochará ahora su falta de síntesis?
Un fuerte abrazo oriental
David Navarro, alumno y admirador
abril 27, 2008 at 11:41 am
Otro modesto haiku para usted
Amigo mío:
¿habrá algo más bello
que la amistad?
Hasta que quieras.
abril 27, 2008 at 12:08 pm
Querido amigo:
¿Estos son sus primeros Haikus? Si es así, considérelos sus Haikus de Primavera (Haru) epicúrea.
Perderlo todo,
O ganar un instante,
Elegir puedes
Los directivos son frecuentemente opacos, y como las fiestas durante el calendario, las excepciones se celebran con alegría.
Los factores que rompen la elasticidad entre ofertantes y demandantes son aquellos que aquejan desigualdades en el reparto de recursos -He introducido dos a modo de tienta, publicidad y tributación-. La ineficacia es un motor hacia el progreso en la eficacia (esto parece una sentencia Zen, pero no lo es, solo antítesis) ¡pero tarda tanto!
La opacidad de los directivos puede deberse a lo que se llama «política» o relaciones de «poder». La falta de transparencia deviene en una paralización de la propia estrategia empresarial, pura y simple. Necesitamos directivos ambiciosos, pero transparentes y desapegados de sí mismos ¿Existen? ¿Hay una limitación antropológica que nos vuelve egóticos genéticamente? ¿Es cultural o educativo?
El prisionero
Cuida de sus cadenas
Que le dan nombre.
(Haiku Fuyu)
Semper Fidelis
David Navarro, básicamente un simio
abril 28, 2008 at 5:07 pm
Estimado Gustavo:
«C’est un bon début
dans un sport si oriental.
Je vous dis: Bravo!»
Querido Daven:
El haijin se ha convertido en maestro de su nuevo haijin.
abril 30, 2008 at 9:30 am
Gustavo:
Como alumno suyo gracias por ofertarnos este blog donde podemos seguir en contacto.
Respecto del tema en cuestión, solamente comentar que los sueldos de estos «trabajadores» están muy por encima del precio de mercado.
No existe «trabajador» cuya producción justifique semejantes y desorbitadas retribuciones. Nos han acostumbrado a que esta cuestión debe ser así, pero no es desde ningún punto de vista justificable; pues creo que también «los curritos con sueldos miserables» de estas empresas tendrán algo que ver en los resultados o en la creación de valor para el accionista.
Mi aportación y/o ruego a esta cuestión es que no se publiquen (no que se dejen de pagar» las retribuciones de estos «trabajadores» para no ofender al resto de la sociedad con sus millonarias cifras.
Saludos cordiales.
Pd. «Si el presidente de cualquiera de estas empresas cobrase 3000 euros/mes no habría tortas por el puesto»
abril 30, 2008 at 10:31 am
Gracias Ange,
oir tus elogios
es un gran placer
Bueno, me parece que me queda mucho por aprender del arte del haiku.
Merci beaucoup.
A bientôt.
abril 30, 2008 at 10:33 am
Hola Roberto, gracias a ti por participar.
A mí me escandaliza este tema, ya lo sabes; me parece obsceno, además de desproporcionado e injustificable.
Saludos.
junio 17, 2008 at 4:48 pm
Interesante artículo sobre el tema de los sueldos de los altos directivos:
http://app2.expansion.com/blogs/web/conthe.html?opcion=1&codPost=49896
Otro:
http://www.elpais.com/articulo/economia/directivos/grandes/empresas/suben/sueldo/pesar/crisis/elpepueco/20080616elpepueco_8/Tes
Insisto: ¡qué desparpajo tienen algunos!
Saludos.
julio 4, 2008 at 3:05 pm
Yo lo llamo el Mapa:
http://www.expansion.com/imagenes/vinculosibex.jpg
¿Esto es un lobby de poder? ¿Donde están los tribunales de competencia? Ellos y solo ellos tienen toda la información para arbitrar operaciones en el IBEX35. ¿Se les compensa con oro legal para no enriquecerse con oro ilegal? ¿Es un cambio de muda?
Lord Daven