COSTA RICA HOY
La semana del 13 al 19 de Septiembre he estado dictando clases en Costa Rica, en el Executive MBA de la Universidad Interamericana, que acaba de fusionarse con la Universidad Latina, para constituirse en el líder, de largo, de las Universidades privadas allí. Tuve la suerte de contar con unos alumnos maravillosos, interesadísimos, comprometidos, muchos de ellos ocupando ya posiciones de nivel en sus organizaciones. Ha sido un placer.
Llegué el sábado 11 y el domingo uno de mis alumnos de ediciones anteriores del mismo programa -José Carlos Fernández- me llevó a conocer la Costa del Pacífico, viajando por una de las nuevas autopistas, que se inició hace treinta años y se ha terminado ahora -bueno, casi se ha terminado: quedan algunos remates como homogeneizar el número de carriles en toda su longitud para evitar los frecuentes atascos en un par de puntos-. El país es bellísimo, muy montañoso, con ese verde que sólo se puede ver en los trópicos. Comimos a la orilla del mar, en un restaurante construido sobre unos pilotes de madera sobre el agua, con un manglar virgen frente a nosotros y junto a su encantadora familia. ¡Ya veis cómo son de acogedores los “ticos”!
Como el día 15 celebraban la fiesta de su Independencia, no hubo clase, y después de la clase de la tarde anterior, fui a tomar una copa con algunos de los alumnos. El día de fiesta, otra vez, José Carlos pasó a recogerme y pasamos toda la tarde juntos, en parte en su casa y en parte en una fiesta que habían organizado en su urbanización y en la que muchos de los vecinos compartían su ocio, recolectando fondos para mejorar las señales de tráfico en la zona a base de vender lo que todos habían aportado para merendar. ¡Vaya forma de conocer la esencia del país! Disfruté muchísimo. En la fiesta tuve ocasión de saludar al hermano de José Carlos, Mario, que también fue alumno mío en el mismo programa MBA, y a su familia, y compartir una “razonable” cantidad de whisky con ellos y sus amigos.
Al observar de lejos una plantación cercana a donde estábamos, pregunté si era un cafetal y Mario, que es directivo en una de las mejores empresas cafetaleras, Tres Generaciones, se quedó asombrado de que después de tres visitas a Costa Rica no hubiera visitado un cafetal y me invitó a ver el suyo. Así que al día siguiente tenía un coche esperándome en el hotel en el que un experto ingeniero agrónomo me llevó a visitar el volcán Poás y a ver el cafetal después. Una locura, amigos: la ascensión desde San José hasta los casi tres mil metros es una ruta preciosa, plagada de cafetales, de invernaderos en los que cultivan helechos decorativos y flores y más arriba de pequeñas explotaciones en las que crían ganado. Tuvimos un día muy claro. El volcán tiene un cráter activo, que expulsa permanentemente vapor de agua. Cerca, fuimos caminado hasta allí por medio del bosque, viendo toda clase de aves, pequeños mamíferos y mariposas bellísimas, hay otro cráter convertido en una laguna de un verde increíble. Además mi guía era un experto botánico que me iba explicando en la medida que mi curiosidad demandaba información, todos los detalles de la espléndida muestra de diversidad biológica que allí había.
Luego bajamos hasta el cafetal y allí otra experta guía me mostró toda la explotación: la plantación, la planta de procesado, el trapiche,… y, la traca final, un mariposario espectacular en donde pude ver de cerca una muestra de las muchas especies de lepidópteros que Costa Rica tiene. Luego comí con Mario y mi guía y volví a mi hotel a tiempo de descansar un poco y prepararme para la clase de la tarde.
El sábado a mediodía, al terminar la clase, debía ir hacia el aeropuerto, al que amablemente me llevó Alfonso Argüello, uno de los participantes en el programa de este año, que cada noche al terminar la clase me acercaba al hotel. Por el camino paramos a comer en un restaurante delicioso.
Todo esto os lo cuento, para que veáis que mi corta inmersión en el país, ha sido intensa. Todo el tiempo he estado tratando de entender mejor las claves del país y sus gentes, que es siempre lo que más me interesa de mis viajes. Escrutando, más que mirando, cada detalle; sorbiendo todo lo que me decían.
He preferido esperar a reposar mis impresiones para hablaros de cómo he visto el país. En medio de las dificultades que la historia ha puesto en su camino, los “ticos” han construido una sociedad excepcionalmente democrática y mucho más igualitaria que la de sus vecinos. Costa Rica tiene algo menos de 5.000.000 de habitantes, de los que más del 90 % son descendientes de europeos, un 3% son afroamericanos y quedan menos de un 1 % de indígenas. Tiene un ritmo de crecimiento demográfico anual “europeo”, algo más del 1 %. Costa Rica sigue siendo un gran exportador de productos agrícolas como el café, banano, azúcar, cacao y ahora piña, pero ahora exporta muchas flores y helechos decorativos. El turismo es lo que más crece y ya genera más divisas que las exportaciones agrícolas. Son los reyes del eco-turismo: su red de parques naturales, su increíble diversidad biológica, su calidad medioambiental, le hacen un destino idóneo para este segmento de turismo. También se ha convertido en un exportador de alta tecnología a raíz de la implantación de Intel en el país. Muchos de los call center de las empresas punteras están escogiendo Costa Rica para instalarse: Coca Cola, Amazon, Sony, Oracle, Walmart, Procter&Gamble, Hewlett-Packard, etc. Aún hay un 20 % de pobres, lo que para la región es excepcionalmente bajo, aunque sea igualmente dramático.
Pero Costa Rica afronta ahora mismo un reto descomunal, ha de librar una batalla decisiva para tratar de seguir siendo una excepción en Centroamérica. Una batalla que se libra soterradamente contra la esencia de su sistema político y social basado en la calidad de su democracia: enseñanza gratuita: en primaria la cobertura es universal y en secundaria el 70%, la alfabetización es total, 97,5%; salud gratuita: la esperanza de vida al nacer es de 80,1 años, la tasa de mortalidad infantil por cada 1.000 nacidos vivos es 8,95; un país sin ejército; un banco central independiente; una política económica razonable… La lucha entre el neoliberalismo que trata de desmontar parte del sistema de protección social y los partidarios de mantenerlo, en contra de la tendencia que hoy se ha instalado en el mundo, es evidente. El país está dividido. También están soportando una inmigración masiva, especialmente nicaragüense. Pero ¿cuál es el mayor enemigo de Costa Rica?: el incremento de la corrupción, que comienza a hacerse especialmente visible en los 80. Dos ex Presidentes de la República están procesados por corrupción. Eso es un ejemplo de coraje social para todos, pero, ¿será eso posible en el futuro? La corrupción hoy cabalga desbocada, alentada por el narcotráfico. Los cárteles, colombianos antes y mejicanos después, se han instalado sólidamente y han convertido a Costa Rica en una de sus bases importantes para continuar con su horripilante negocio. Y están corrompiéndolo absolutamente todo a gran velocidad.
Después de convivir con una muestra de los llamados a sostener el país en el presente y en el futuro inmediato, veo a los “ticos”, pesimistas, un tanto resignados. Es un pesimismo de onda larga, profundo, nada epidérmico; en la superficie no se nota apenas, pero al final aflora.
Y lo único que necesitan para poder librar esa batalla y ganarla es tener fe en sí mismos. Pueden ganar, pero si se lo proponen colectivamente; si no lo tienen muy mal. Ojalá, una vez más, acierten y sigan siendo un espejo en el que Centroamérica, tan torturada siempre, pueda mirarse.
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