El viento de la historia está barriendo el dogmatismo neoliberal y neoconservador que se había instalado firmemente entre nosotros.
Obama, el nuevo líder del más poderoso país de la tierra, ha desatado una ola de esperanza en su país y en el resto del mundo. Los jóvenes, y los que aún siendo viejos mantenemos la esperanza propia de la juventud, soñamos con un mundo mejor. Con un mundo sin guerra, donde los conflictos se resuelvan mediante el diálogo. Con un mundo sin hambre, donde no muera ningún niño ni ningún adulto de desnutrición. Con un mundo sin enfermedades evitables. Con un mundo ecológicamente sostenible. Obama comparte esos sueños.
Obama cree, como muchos de nosotros, que no se pueden imponer los principios saltando por encima de ellos; que los valores no se imponen por la razón de la fuerza sino por la fuerza de la razón; que el fin nunca justifica los medios; que la economía de mercado necesita supervisión cercana y controles para que funcione; que la intolerancia es un cáncer; y que los pueblos necesitan tolerancia ante la diversidad y por esa vía, la de la tolerancia, deben lograr la unidad.
Dijo ayer que «la esperanza se impondrá al miedo»; «la voluntad común se impondrá al conflicto y al desacuerdo». También dijo que no será fácil recuperar esos viejos valores que esos que ahora la historia arrincona nos trataron de imponer. «Valores como el trabajo duro y la honestidad, el coraje y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo son cosas viejas, pero son cosas de verdad».
Aunque reconoció que: “los desafíos que tenemos por delante son reales, son serios y son muchos. No podremos resolverlos ni fácilmente ni en un corto periodo de tiempo».
Disfrutemos del momento y empujemos en esa dirección con todas nuestras fuerzas.
Lo que depende de cada uno de nosotros sólo lo puede hacer cada uno de nosotros.
Yes, we can.
Comentarios recientes