A partir de las 16:25 en la Tertulia del programa «Cierre de mercados» de Susana Criado.
A partir de las 16:25 en la Tertulia del programa «Cierre de mercados» de Susana Criado.
El comercio de la confección liderado entre otros por dos grandes cadenas españolas ZARA y MANGO – pero no sólo ellas: ahí están el resto de las cadenas de INDITEX, las cadenas de CORTEFIEL, NECK&NECK, GOCCO, etc.- ha logrado una gran revolución que ha abaratado muchísimo los artículos, poniendo así la moda al alcance de todo el mundo, mejorando tremendamente la eficacia de toda la cadena, permitiendo además una enorme acumulación de capital para sus empresarios. Ha sido un fenómeno con ganancias para todos.
Hasta ahora, contra lo sucedido en el comercio detallista de la confección de prendas de moda, o de comercialización de muebles, etc., el desarrollo de los llamados “Category Killers”, grandes cadenas especializadas en una categoría, no ha traído como consecuencia una mejora de la eficacia de la cadena de suministros de los productos de alimentación y droguería vista en su conjunto. El desarrollo de las grandes cadenas de hipermercados y supermercados lo único que ha traído -como consecuencia de la concentración y de la integración vertical hacia atrás, englobando el papel del mayorista en todos los “mercas” y lonjas del país- ha sido un incremento brutal y escandaloso de los márgenes de las distribuidoras. Nada de bajadas de precios a los clientes finales.
¿Por qué no ha ocurrido lo mismo que con la moda con el comercio de alimentación? Me refiero al abaratamiento de los precios, naturalmente, no a los beneficios de las cadenas. Resulta paradójico que en entornos más bien de volumen, como son los de alimentación y droguería -en donde la diversidad en la forma de competir entre unos y otros es más escasa que en la comercialización de confección de moda, que por tanto serían entornos con más posibilidades para la especialización- no se haya desencadenado hasta ahora una guerra de precios para incrementar la cuota de mercado que haya llevado a reducir los márgenes. Este fenómeno anómalo es el reflejo de una concentración excesiva de la oferta que en la práctica resulta oligopolística, oligopsonística y severamente restrictiva de la competencia. Muchas cadenas de supermercados pertenecen a cadenas de hipermercados y muchos de los mercados en origen están también controlados por un efectivo oligopsonio integrado por estas grandes cadenas. En la práctica están abusando de su posición dominante, machacando de un lado a los agricultores, pescadores, ganaderos y fabricantes de alimentos, y a los consumidores finales del otro.
Ahora parece que va a haber guerra de precios. ¡Ojalá! Falta nos está haciendo. No llegará la sangre al río.
La administración que debería ocuparse de que la competencia estuviera asegurada en toda circunstancia sigue desaparecida.
Hay hoy en día economistas que se oponen a que los Gobiernos intervengan con inversiones masivas para estimular a la economía en una profunda recesión. Sobre todo en Harvard.
Hay precedentes; entre otros:
Lord Overstone, quien en 1837 decía:
«… reposo, mejora, confianza creciente, prosperidad, excitación, recalentamiento, convulsión, presión, estancamiento y escasez, para acabar de nuevo en reposo.»
Los ciclos son naturales y hay que dejar que se produzcan.
Mucho después, Joseph Alois Schumpeter, que se distinguió por los ataques al New Deal , el plan de recuperación económica de Roosevelt, decía:
“… de la misma forma que cada “boom” destruye el equilibrio, cada depresión tiende a establecer uno nuevo. “
Para él las depresiones son algo bueno, porque proporcionan una catarsis después de las distorsiones de la expansión económica que las precede.
Edward Hastings Chamberlin, mi adorado introductor del modelo de la teoría de la competencia monopolística, que tan clarificador resulta para entender la competencia real, llegó a decir que las depresiones eran «imposibles» porque la demanda nunca podía ser más baja que la oferta. Sí, ¡lo dijo!
También el profeta de los neoliberales Friedrich Hayek, insistía en limitar la expansión del crédito durante la depresión del año 31, amparando la no intervención del estado en la crisis.
En ese año, en una conferencia le preguntaron a Hayek: «¿Quiere decir que si usted me presta una libra y la gasto en consumir algo estoy haciendo que la depresión empeore? Hayek le respondió: «Sí, y es muy complicado explicar por qué».
¡Y tanto!
Yo no creo que ninguna teoría explique perfectamente cómo se entra en las crisis y, sobre todo, cómo se sale. Pero propugnar que los excesos se digieran solos no me parece adecuado.
Yo estoy más cerca de las tesis de Keynes. En este momento, a mi juicio, el estado debe intervenir masivamente.
Me acabo de enterar de que han dimitido el alcalde de Pozuelo y el de Arganda, imputados por Garzón en la trama corrupta del PP. Antes lo había hecho el de Boadilla. También «dimitieron» a López Viejo, Consejero de Aguirre, hace poco y hay algunos más en lista de espera. ¡ A darse prisa!
¿Por qué no ha dimitido Camps aún? Como diría Rajoy, son las 13:30 del sábado 6 de Marzo y Camps sigue sin dimitir. Tiempo al tiempo. ¡Claro que como se dé la prisa que se está dando en dimitir el presidente de la diputación de Castellón vamos listos!
No lo puedo remediar: me encanta que pillen a los presuntos golfos sean del PP o del PSOE o de CiU o de dónde sean . ¡A ver si no queda ni uno! Soñar no cuesta dinero.
¿Para cuando una ley que arregle de verdad lo de la financiación de los partidos y nos evite este aluvión de porquería?
¡Qué asco!
Garzón se inhibe en el caso de la PPresunta CoruPPción en la Comunidad Valenciana porque Camps, Presidente de la Generalitat Valenciana, posible imputado, es un cargo aforado.
El juez ha detectado indicios de que Camps favoreció a Orange Markets y que fue recompensado por ello con trajes a medida. Parece que como compensación por favorecer a la empresa con adjudicaciones por valor de unos cuatro millones de euros hubo ropa para Camps y otros dirigentes por importe de unos 30.000 euros.
Pero hay un aspecto que todos están pasando por alto en el tema de la PPresunta CorruPPción investigada por Garzón que a mí me parece importante. Y es lo bien cortados que están los trajes. ¡No es justo, hombre! Ese sastre -José Tomás- se merece un reconocimiento.
Por cierto, una idea para Rajoy, como a Camps le han (presuntamente) regalado un Barbour, se podía ir de caza con Bermejo para estrenarlo. Yo me apunto a contribuir para regalarle la escopeta y… ¡la licencia! con tal de que se vaya ya. Seguro que hay más gente dispuesta a contribuir en esta suscripción pública.
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