IKEA es imbatible en costes por su tamaño y su experiencia, pero también lo es por la singularidad inimitable de su fórmula.
Se pongan como se pongan, los fabricantes y los vendedores valencianos de muebles lo tienen crudo. Tiene menos futuro que Antonio Machín. Por eso a IKEA le da lo mismo quién se ponga al lado y, si hace falta, con tal de que le dejen instalarse, paga a los demás para que se lo hagan, con tal de que se callen.
Los valencianos, hasta ahora, debían peregrinar a las tiendas de IKEA de capitales próximas. Mejor que les pongan una tienda cerca.
Alguien que ha hecho tanto porque todos podamos tener muebles de excelente diseño a bajo precio y con una variedad descomunal es un benefactor de la humanidad; si además se forra él a mí me parece muy bien. Una empresa que demuestra tanto talento merece acumular capital para seguir haciendo lo que hace u otras cosas parecidas. ¡Ojalá sigan acertando!
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