La economía clásica -una ciencia aún en mantillas, que trata de interpretar fenómenos muy complejos, con teorías generales simplificadoras- está más orientada a describir modelos intrínsecamente consistentes que a que esos modelos reflejen lo suficientemente la realidad. Por eso cualquier interpretación dogmática de la realidad basada en esos modelos es un exceso, sea cual sea ésta.
Es interesante tu visión sobre la «plasticidad de la demanda», como la capacidad de influir sobre la demanda a tavés de la publicidad. Producto es cualquier bien material, servicio o idea susceptible de satisfacer necesidades individuales o colectivas; mientras no alcanza esa condición, es una cosa, no un producto. La publicidad tiene dos finalidades: una -la que podría considerarse un gasto de producción- tiene que ver con que el posible cliente esté informado, ¿de qué serviría un producto si el cliente no lo conociera?: el producto adecuado, en el sitio adecuado, al precio adecuado y bien comunicado, o sea, que el cliente lo sepa; y otra que está destinada a modificar la curva de demanda -y en ese sentido no sería un gasto de producción sino otra cosa-. ¿Es a eso a lo que llamas plasticidad de la demanda? Esa diferenciación formal -que no real- que es la creación, a través de inversiones publicitarias, de marcas asociadas a productos, bien no diferenciables o bien diferenciados, trata de incrementar la demanda de un determinado producto y la no sustituibilidad de la misma por sustitutivos próximos, es decir su inelasticidad, y puede logar que se incremente la demanda de dicho producto y de toda la categoría. La teoría económica clásica no interpreta bien esa influencia.
El debate de hasta qué punto es lícita la publicidad masiva no es nuevo. Quiero, de todos modos, preveniros contra el prejuicio anti publicidad o anti marketing. El marketing no es tanto algo que se inventa nuevas necesidades para el hombre como una ciencia que identifica nuevas necesidades humanas y trata de satisfacerlas. Todas las ciencias pueden contribuir a manipular conciencias de forma artera, la economía y el marketing también, pero no por eso son intrísecamente perversas.
La política es áun más compleja y trascendental para el hombre que la economía, pero tampoco es intrínsecamente perversa, a mi entender, amigo.
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