El crecimiento sin parones, la prosperidad continua, una vez más, se ha mostrado imposible, utópica. Estamos en una profunda crisis. ¿Es una más? ¿No estaremos en lo que estamos por una crisis de valores que va más allá de la propia crisis económico- financiera y que estaría en la base de todo?
Los siete pecados capitales de la humanidad denunciados por Gandhi, eran:
Política sin principios
Comercio sin moral
Riqueza sin trabajo
Educación sin carácter
Ciencia sin humanidad
Placer sin consciencia
Religión sin sacrificio
Parece que nos hemos pasado mucho insistiendo en esos pecados sociales durante décadas. ¿Estamos ante la necesidad de un cambio no sólo de modelo económico y social, sino ante un cambio de escala de valores? Todo parece indicar que así es. Los problemas que afrontamos necesitan un enfoque global, instituciones globales, mecanismos de control globales, solidaridad global. ¿Tendremos el coraje de afrontar el reto?
Veo algunas señales positivas, pero me falta ver un golpe firme de timón que suponga un drástico cambio de rumbo, que es lo que hace falta. Algunos me reprochan que clame a favor de la aparición de nuevos líderes capaces de conducirnos. El que necesitemos líderes no excluye que la mayor fuerza transformadora es la de cada uno de nosotros tiene si la ejerce en su propio ámbito.
Pero atención, estos tiempos son proclives a la aparición de falsos profetas y cínicos de todo tipo que tratarán de aprovecharse para propagar sus credos de consumo fácil. Nada es simple, ninguna salida será lineal. No hay fórmulas mágicas. Habrá que trabajar duro y cambiar muchos comportamientos y actitudes. Desconfiad de los que vengan a engañaros otra vez con apriorismos dogmáticos; me da igual que vengan de la derecha que de la izquierda. ¡No hay soluciones dogmáticas simples a los problemas que la humanidad afronta! Cualquier simplificación será, sencillamente, una mentira.
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