Ayer el Banco Central Europeo (BCE) ha decidido mantener los tipos de interés en su nivel más alto de los últimos siete años: el 4,25%. En la reunión del BCE se analizaron las dos posibilidades, bajarlos o subirlos, aunque finalmente han decidido por unanimidad mantenerlos. Mientras tanto la Reserva Federal (FED) está pensando en bajarlos aún más – ya lo ha hecho siete veces en los últimos tiempos – por debajo del actual 2%.
Pese a que la Unión Europea está casi en recesión, el repunte inflacionista en todo el mundo por la crisis del petróleo, de las materias primas y de los alimentos – que parece remitir algo, pero se mantiene – ha llevado al Sr. Trichet a mantener hasta ahora los tipos altos para controlarlo. No olvidemos que el BCE, por mandato, debe ocuparse por encima de todo de mantener una baja inflación en el área euro.
Según mi apreciado y admirado amigo, José Carlos Díez, Economista jefe de Intermoney, es un error grave; llega a decir en su artículo de opinión en Cinco Días acerca de la decisión, «que la historia será despiadada con los que la han tomado». Yo suelo estar de acuerdo con él y reconozco su superior criterio en temas económicos pero en esta ocasión discrepo y estoy en línea con Trichet. La causa última de la más que probable recesión – ya la hay en algunos países del área euro – no está en los tipos altos, aunque ahora bajarlos tendría un efecto estimulante a corto plazo, sería muy mala a medio plazo. Ya sé que ahora subir tipos o mantenerlos supone una purga dolorosa del sistema, dolorosa pero necesaria si se quiere detener la inflación y sentar las bases de la senda futura del crecimiento.
¿Están resolviendo la crisis los americanos con su alocada política de rebajar y rebajar los tipos? No. Aunque hayan sostenido su crecimiento unos meses más, creo que es un lenitivo momentáneo con graves efectos a medio y largo plazo.
En mi humilde parecer, las circunstancias de la falta de crédito por la crisis de confianza derivada del fiasco de la banca de inversión norteamericana, contagiada al resto de la banca americana y a gran parte de la banca mundial a través de los sofisticados productos estructurados, en cuyo origen último está, entre otros, una sostenida política de tipos, en exceso, bajos, no se va a arreglar bajando los tipos de interés.
La juerga fue muy fuerte y duró mucho, parecía que la bonanza nunca se iba a acabar, pero, insisto, a mi entender, no se puede combatir la resaca tomándose para desayunar un “Bloody Mary”, como recomiendan algunos dipsómanos, por más que efectivamente te siente bien, momentáneamente, después de una noche de excesivas libaciones alcohólicas, empezar el día tomando otro trago, porque así uno llega en pocas semanas al alcoholismo.
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