Hola amigos, desde el pasado 26 de Junio no he escrito nada en el blog. Algunos me habéis echado de menos y me habéis preguntado por esta ausencia. Nada de particular, simplemente creo que os merecíais un descanso después de algo más de un año de constante bombardeo de posts y que yo también me lo merecía.
He leído muchísimo en estos meses: literatura, historia y ensayo, y he estado investigando mucho sobre mi familia. Ya os iré contando mis avances. De momento, al comienzo del verano reuní a más de 70 descendientes de mis bisabuelos en una fiesta entrañable. He recuperado con mucho trabajo información sobre mis ancestros que me ha llevado a repasar nuestro increíble siglo XIX y sus muchas convulsiones. Ahora estoy leyendo las 46 novelas de Galdós que componen los Episodios Nacionales, un fantástico y completo paseo literario por éste siglo. El XIX es el preludio de nuestro también trágico – hasta la llegada de la democracia que ahora cuidamos tan poco – siglo XX; y es la clave para entender nuestro pasado reciente. Algunos de mis antepasados tuvieron papeles relevantes en ese siglo. También he repasado la baja y alta edad media de España y Europa pues hasta ahí he llegado en mi investigación en algunas ramas del frondoso árbol genealógico.
¡Apasionante! Así que no he perdido el tiempo aunque no haya escrito nada en el blog.
Tampoco es que la situación general anime mucho a escribir. España en recesión y -dicen los agoreros- tardará más en salir de ella que el resto de los países desarrollados. El gobierno haciendo el ridículo dando bandazos frente a la crisis, sin saber por dónde tirar, despistando y desanimando a propios y extraños con sus medidas y sus presupuestos, y la oposición haciendo también el ridículo, atacando al Gobierno donde debe y donde no debe, negando las evidencias de que el partido y alguno de sus más significados líderes están no ya salpicados sino rebozados en la trama Gürtel. Y a todo esto, en los partidos respectivos, ni una crítica, todo el mundo asintiendo formalmente en todos los foros internos y externos, cuando todos están angustiados por la inacción de los líderes respectivos.
¿Es esto la democracia representativa?: Pues sí, es representativa pero no es participativa. De esa forma los ciudadanos estamos cada vez más alejados de los partidos y de la política y eso es fatal para la democracia.
¿Y en las grandes empresas? Ahí tenemos otro escandalo de gran magnitud. Los consejeros de éstas empresas que cotizan en bolsa, siguen autoasignándose unas retribuciones ordinarias y extraordinarias -para el caso de cese o jubilación- que representan un aunténtico expolio para el patrimonio de las empresas que deberían cuidar y tutelar. Decía Romeu, en una viñeta de EL PAÍS el otro día, que era más fácil atracar un banco desde el Consejo de Administración que con una pistola en una oficina bancaria. Todo parece indicar que es así. Aquí también hay un déficit de participación tremendo.
¡Y la bolsa subiendo!
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