El blog de Gustavo Mata

Estrategia: Las reglas del juego en los negocios

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CRISIS, ¿RECESIÓN? ¿ESTANFLACIÓN?

Hasta 1965, se entendía que la inflación la generaba el crecimiento excesivo, el incremento de dinero en circulación y los tipos bajos y que se corregía subiendo los tipos para enfriar la economía, es decir tratando de moderar el crecimiento. Pero en ese año, hubo decrecimiento e inflación y no se entendía bien qué pasaba; para definir qué estaba pasando alguien inventó una nueva palabra: estanflación, es decir decrecimiento –recesión o estancamiento – con inflación. Cuando eso se produce los economistas no saben bien qué hacer y se entra en una dinámica negativa descontrolada.

Se dice que una economía entra en recesión cuando crece negativamente más de dos trimestres consecutivos. Ahora, en España – en donde durante años crecíamos más que la media europea y muy firmemente, impulsados por la pujanza de la construcción y el tirón de la demanda interna, pese a que el déficit exterior de nuestra economía era creciente y nuestra productividad no mejoraba- estamos creciendo cada vez menos -mucho menos- y corremos el riesgo de crecer muy poco o incluso de decrecer durante lo que queda de año y en el próximo año al menos. Esa es la crisis; no se trata todavía de una recesión en España. Pero el riesgo de recesión en USA es grave. Para nosotros cada vez hay más gente que diagnostica una mayor probabilidad de que nos ocurra finalmente: que entremos en recesión.

La economía tiene ciclos. Hasta ahora ha sido así. Pero las políticas de los gobiernos pueden ser anti cíclicas y minorar las partes negativas del ciclo y sostener las positivas más tiempo. El aumento de masa monetaria en circulación y los tipos de interés bajos activan la economía: el crédito barato anima el consumo y la inversión; pero puede que las actividades que se aborden amparadas en esos tipos bajos no sean tan pertinentes y los agentes que las aborden no sean tan eficientes. Puede que esos tipos bajos estén dando oportunidades a quien no las merece realmente. Si los tipos fueran más altos, sólo serían capaces de emprender los que proponen muy buenos negocios y fueran capaces de ejecutar los requerimientos que el sector exige de la forma idónea. Poner las cosas demasiado fáciles puede generar ineficiencia. Si el crecimiento es ordenado y modulado por una adecuada política de tipos de interés se puede sostener la economía creciendo más tiempo. Pero el crecimiento desordenado puede generar inflación. Para corregir esto la fórmula clásica era incrementar el tipo de interés para provocar un enfriamiento de la economía que, aunque afectaba al crecimiento, de eso se trataba, conseguía moderar la inflación. El secreto estaba en crecer lo más que la economía permitiera, sin inflación o con la inflación controlada. La inflación puede acabar con el crecimiento y desembocar en crisis.

Durante mucho tiempo hemos tenido una fase de crecimiento muy larga, muy apoyada por los tipos bajos, en todo el mundo, con inflación relativamente controlada. La situación de crisis que tenemos ahora en el mundo es nueva. La chispa no es que las economías emergentes de Oriente o de América Latina se derrumben, es que en USA se han dado muchos créditos indebidos y que los bancos han vendido –titulizado- esa deuda y la han revendido varias veces los diferentes agentes; además las agencias de calificación decían que la deuda que se vendía era buena. De repente todo el mundo se ha dado cuenta de que la morosidad era imparable y que todo el mundo estaba contaminado. Un año después nadie sabe hasta qué punto está afectado el sistema bancario por esto. Pero la causa última, a mi entender, es el crédito excesivamente barato que ha habido durante muchos años. La gente se ha alertado y pese a que los bancos centrales no paran de meter dinero en el sistema los agentes financieros no prestan hay una crisis sería de liquidez que afecta a toda la economía. En USA tratan de arreglarlo bajando tipos para calentar la economía. En Europa han intentado hacer lo contario -lo que en principio a mí me parece una terapia más correcta-. Eso todavía derrumba más al dólar frente al euro. Pero lo que más ha hundido al dólar es el tremendo déficit americano. Piensa que el 70 % o más del ahorro del mundo –sobre todo procedente de China y de los países, pero no sólo de ahí –lo consume este déficit. Encima los yankees están gastando un platal en Irak, para nada – salvo para destrozar un país, matar cientos de miles de personas y tirar por la borda el liderazgo mundial que les correspondía ejercer- .

Por si fuera poco el petróleo escasea a corto plazo –hay inestabilidad en las zonas productoras de África, en América el que tiene más se llama Hugo, el Oriente medio está como está y en Rusia manda Putin – y la demanda está muy creciente por el tremendo incremento del consumo en Asia: India y China, que están creciendo muchísimo –¡falta les hace!-. A largo plazo también parece que va a escasear, pues se vislumbra el agotamiento del recurso. Se diagnosticaba el desastre que supondría que llegara a 100 dólares hace poco y ya nadie pronostica que baje de 150 y hay quien piensa que llegará a 200 pronto. Esto empuja salvajemente la inflación en todo el mundo. La demanda de alimentos es creciente; encima, parte de los cereales se están destinando a producir biocombustibles y, al detectarse nerviosismo en ese mercado, los especuladores se han lanzado a acaparar.

Ahora, en este contexto, cualquier cosa que pase se va a interpretar negativamente, está todo el mundo nervioso. Yo pronostico una caída grave de las cotizaciones de las bolsas, especialmente de la nuestra.

¿Lo que tenemos es algo derivado de un crecimiento excesivo provocado por años de tipos excesivamente bajos y crecimiento también excesivo de la economía, pero controlable mediante la fórmula clásica de subir tipos, o es otra cosa? ¿Tal vez es estanflación?

Espero haberte aclarado algo las cosas.

Gustavo Mata

¡QUÉ ME ASPEN SI LO ENTIENDO!

La crisis financiera profundísima en la que estamos no tiene precedentes. Su inicio fue provocado por la crisis de las hipotecas sub prime y sus sucesivas titulizaciones, pero tiene como causa más profunda el retardado cambio de fase del ciclo económico, cuya etapa anterior de bonanza fue alargada mucho más allá de lo razonable como consecuencia de los artificialmente bajos tipos de interés mantenidos durante años por los bancos centrales, con la Reserva Federal al frente. Apoyándose en esos bajos tipos de interés, muchos agentes económicos de escasa solvencia se han endeudado y han invertido durante años en activos dudosos y realmente poco rentables. Los bancos han vendido esa deuda mal calificada como buena varias veces. El resultado es que cuando la insolvencia ha comenzado a aflorar el sistema financiero ha entrado en pánico. A diez meses del comienzo de la crisis todos estamos convencidos de que aún no se ha aflorado la situación real de muchas instituciones financieras. Ahora, pese a las sucesivas inyecciones de liquidez de los bancos centrales nadie quiere tomar riesgo alguno, ni siquiera el razonable y muchos están atrapados en su falta de liquidez.
Ahora toca digerir el brutal exceso. La receta es poco popular se llama subir los tipos. En Europa lo saben, pero en EEUU ante el riesgo claro de entrar en recesión, con una guerra absurda y carísima a las espaldas, con un dólar debilitadísimo y un déficit que consume más del 70 % del ahorro mundial, no están dispuestos a hacer lo que toca y los mantienen artificialmente bajos, lo que aun hunde más su moneda, y debería hundirla más todavía respecto al euro si en Europa se atrevieran a hacer lo que deben hacer que es subir los tipos aún más.
En España, la crisis parece que no ha afectado tan directamente a los bancos que tienen prácticas más sensatas que la banca internacional, pero si indirectamente; la crisis ha afectado sobre todo al sector inmobiliario que es un ejemplo paradigmático de lo que decimos. El común de las gentes se ha lanzado a hipotecarse a un plazo absurdo, a un tipo de interés inicialmente bajo, en unas viviendas de precio evidentemente hinchado; y no sólo, en muchos casos, para adquirir la vivienda para vivir, sino, muchas veces, para comprar una segunda residencia en la playa o en el pueblo. Los mejor situados han invertido además en ladrillo con un afán puramente especulativo. Muchos compraban sobre plano muy apalancados en los préstamos a tipos bajos sabedores de que al terminar la obra por la revalorización la inversión sería un gran negocio. Ahora con tipos crecientes con la casi imposibilidad de desprenderse de las inversiones queda aguantar todo lo que se pueda. Eso va a debilitar mucho el consumo interior, el otro gran motor de la economía española. Subidas en la ola las grandes inmobiliarias y también las medianas y las pequeñas se endeudaron hasta el límite, promovieron obras y acapararon suelo caro. Ahora, se ha destapado la caja de los truenos, el frenazo es brutal -lo llaman desaceleración- y las inmobiliarias tiene suelo en exceso, promociones sin vender, están endeudadas hasta los ojos y a corto plazo: o consiguen refinanciar su deuda, o suspenden pagos o quiebran.
A todo esto el petróleo a 120 dólares el barril y sin pinta de cambiar. La razón es sencilla: hay producción limitada, se consume cada vez más y las reservas son limitadas. ¿Va a bajar? Tanto el Oriente Medio, como América Latina, o África, ninguno está en una situación mínimamamente estable que permita pensar en otra cosa más que en sobresaltos respecto a la seguridad del suministro. Rusia es consciente de sus bazas y Putin las juega sin pudor.
Y por si fuera poco tenemos una crisis alimentaria sin precedentes, con consecuencias gravísimas y que no se puede corregir a corto plazo.
En España no tenemos petróleo y la dependencia de él es aún mayor que en el resto de los países desarrollados. Menos mal que se ha puesto a llover a lo loco esta primavera y ya la sequía no nos acongoja. Pero lo de la bolsa ¡qué me aspen si lo entiendo!, yo creo que, finalmente, bajará fuertemente. La verdad es que como yo de bolsa no entiendo nada…, puede que me equivoque. ¡Ojalá!

¿DESACELERACIÓN, FRENAZO, CRISIS O RIESGO DE RECESIÓN?

Me hace gracia – poca gracia la verdad – con la naturalidad que aceptamos los juegos malabares de los políticos y comunicadores con el léxico.

Voy a exponer algunos conceptos sencillos y bien conocidos; perdonad que hoy vuele tan bajo.

¿Qué es la velocidad? El espacio que se recorre en una unidad de tiempo.

¿Qué es la aceleración? Cuando la velocidad varía en función del tiempo, llamamos aceleración a la variación de la velocidad por unidad de tiempo. Cuando la aceleración es negativa la podemos llamar decelaración o, si queréis, desaceleración.

¿Qué es la sobreaceleración?: la derivada de la aceleración; o sea si se acelera cada vez más o se desacelera cada vez menos hay sobreaceleración positiva; si se acelera cada vez menos o se desacelera cada vez más negativa.

¿Qué demonios es entonces la desaceleración de la economía?

La magnitud, ahora, no sería el espacio sino el tamaño de nuestra economía nacional; su derivada con respecto al tiempo, sería el crecimiento o el decrecimeinto de la economía, o sea, la velocidad con la que crece o decrece ésta; dependiendo de si se crece o si no se crece, la derivada es mayor o menor que cero. Del mismo modo, la segunda derivada sería la aceleración del crecimiento; si se crece y se crece cada vez más o si se decrece y se decrece cada vez menos sería aceleración positiva del crecimento, si se crece pero se crece cada vez menos o se decrece pero se decrece cada vez más sería desaceleración.

Entonces qué está pasando con la economía: que crece, pero crece menos de lo que crecía, o sea crece cada vez menos. A eso, por no llamarlo frenazo del crecimiento, lo llaman desaceleración del crecimiento.

El problema es la tercera derivada, o sea si el frenazo es cada vez mayor, como está ocurriendo. Tendríamos que estar hablando de que la desaceleración de la economía es creciente. O que la sobreaceleración de la misma es negativa.

Cuando las economías dejan de crecer, o sea decrecen, o tienen crecimento negativo, por más de dos trimestres es cuando se dice que entrar en recesión. Es lo que todo el mundo cree que va a ocurrir en los USA.

Nosotros estamos lejos de eso, pero la tendencia es preocupante. ¿Entraremos en decrecimiento de las economía, si se confirmasen las tendencias?: corremos el riesgo. Yo creo, de todos modos, que, en España, saldremos de esta mejor que otros, pero: ¡abróchense los cinturones!

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