Un hortera es el que pretende ser elegante sin serlo, y eso canta. Se ve a la legua. La elegancia no consiste en llamar la atención, como piensan los horteras, eso es pretender que se note tu presencia y es la condición previa para llegar a ser un verdadero hortera; la elegancia es, en todo caso, que al menos alguien note tu ausencia y te eche de menos cuando no estás.
Hay estos días un debate en la prensa sobre la forma en la que se presentó vestida la Ministra de Defensa a la recepción con motivo de la Pascua Militar. El asunto no tiene mayor importancia. Sobre todo no tiene ninguna importancia al lado de los problemas que aquejan al mundo. Pero demuestra hasta qué punto hemos perdido el respeto por las normas. Y eso tiene más importancia de lo que parece.
¿Por qué no se han respetado las normas? Primero la Ministra no respeta las normas porque una señora debe vestirse de traje largo para una ceremonia y no de pantalones. Segundo porque la explicación que da de por qué va así vestida demuestra que es una hortera de libro; el smoking es, en todo caso, un traje de fiesta y no de ceremonia, aunque no de fiesta muy protocolaria, porque si fuera así lo adecuado sería un frac, y para tarde o noche, nunca para mañana; y la segunda por dejar decir a su gabinete que los responsables de protocolo de la Casa Real lo habían autorizado. Esto último demuestra dos cosas: por parte del Ministerio imprudencia por echarle la culpa a la Casa Real e ignorancia por razones obvias y, de otro lado, que en la Casa Real hay unos señores con estilo que nunca van a afear la decisión de una Ministra del Gobierno de España por inadecuada que ésta sea. Recuerdo que cuando en tiempos de Alfonso XIII un invitado a Palacio decidió beber el agua del recipiente de cristal con agua y limón que se suele poner cuando se sirven mariscos, o algo en lo que sea casi imprescindible usar los dedos, aunque lo apropiado sea no usarlos, los cortesanos se rieron, y entonces el Rey hizo lo mismo que el invitado, se bebió toda el agua con limón del recipiente, por lo que, a continuación, toda la corte se bebió el agua de sus recipientes de la misma forma, hasta el final. Eso es exactamente ser elegante.
Luego, la reacción de los periódicos no demuestra más que en la prensa abundan los horteras. Eso ya lo sabíamos, pero se demuestra una vez más. Nadie da en el clavo al señalar la importancia del tema ni la causa de que sea más o menos importante.
¿El viejo mundo se acaba? ¡Qué lástima! ¿O somos los viejos los que nos estamos acabando? ¡Probablemente! En fin, yo soy de aquellos chapados a la antigua, de aquellos que aún prefieren mandar flores…
En fin ¡Oh tempora, Oh mores!
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