La lucha de clases debería estar pasada de moda y superada por la dinámica de cooperación entre empresarios y trabajadores. En muchas partes del mundo ya lo está. La vieja y trasnochada idea de la confrontación no lleva demasiado lejos, pero todavía hay quiénes –de una parte y de la otra – se empeñan en pelearse a costa de la supervivencia de la actividad de la empresa. Algunos, parece que, al calor de la crisis, tratan de recuperar el viejo ideario marxista y cantando “La Internacional” vuelven a las barricadas y a la agitación.
La dirección de CARAMELO plantea un ERE para despedir a 237 empleados de un total de 800. Dice que si no se acepta cerrará. Después de alguna reunión sin acuerdo los trabajadores de CARAMELO “se han puesto nerviosos”-¿quién los habrá puesto así?- y “piensan que no tienen nada que perder” -¿quién les habrá convencido de eso?-; y ayer se han dedicado a tirar piedras a su propio tejado provocando serios destrozos en la factoría de la compañía. La dirección ha optado hoy por el cierre patronal. Todo muy edificante.
¿A que se cargan entre todos a la empresa?
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