Como siempre en el programa Cierre de Mercados de Susana Criado entre las 16:00 y las 17:00 horas.
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Cuando un grupo comienza la aventura de crear una empresa, va acumulando experiencias compartidas, que van conformando una determinada forma de actuar, un estilo característico, que es lo que llamamos su cultura de empresa. Los éxitos y los fracasos que van cosechando a medida que el tiempo va pasando, su aprendizaje como grupo, es el mecanismo que permite crear y adaptar esa cultura que todos los integrantes de la empresa comparten.
Un grupo necesita un líder, pero un hombre solo no hace empresa, no crea cultura; para generar cultura de empresa hace falta un equipo que le siga. El papel del líder fundador de la empresa es fundamental en el proceso de fijación de la cultura empresarial; la empresa acabará asumiendo parte de su forma de ser y sus creencias, pero es el aprendizaje del grupo, la experiencia compartida por todos lo que permite el desarrollo de esa cultura.
La mejor definición de cultura empresarial, en nuestra opinión, es la del profesor Edgar H. Schein: “cultura de empresa es un conjunto de presunciones básicas, desarrolladas por un grupo dado, al ir aprendiendo a enfrentarse con sus problemas de adaptación al medio y de cohesión interna, que son consideradas válidas por todos y, en consecuencia, trasmitidas a los nuevos miembros del grupo”.
Cuando un nuevo miembro se incorpora al grupo, no es admitido sin más; antes se le transmiten esas reglas fruto de la experiencia colectiva y se le enseña a respetarlas; hasta que no completa su fase de aprendizaje y pasa por los ritos de iniciación establecidos, el candidato no es, realmente, incorporado al grupo.
La cultura de un grupo – no sólo para un grupo que crea una empresa, sino para cualquier grupo – es la respuesta del grupo a los dos desafíos básicos a los que se enfrenta para su propia supervivencia: cómo mantenerse unidos y cómo solucionar las necesidades del grupo. La cultura sirve a esas dos necesidades básicas del grupo: la cohesión interna y la relación del grupo con su entorno. Pues bien, esa relación con el entorno, en la empresa, se concreta en la estrategia a seguir; en último término es la cultura de la empresa la que hace posible que se encuentren las estrategias para alcanzar el éxito; las claves del éxito están en la cultura; es la forma de ser de la empresa la que la hace o no eficaz en la resolución de sus problemas en el día a día. Las estrategias dimanan de la cultura; una cultura de empresa adecuada permite encontrar soluciones a los retos a que esta se enfrenta cada día.
Para Schein, las presunciones básicas en las que está basada la cultura – que tienen que ver con la visión que el grupo tiene del entorno y el papel que al grupo le corresponde desempeñar dentro de él – no son elementos independientes, están fundamentadas en los mismos principios, están relacionadas, están encadenadas entre sí. Para la permanencia de las culturas, es básico el encadenamiento de estas presunciones básicas: puede que fuera fácil cambiar una presunción por otra diferente, si perdiera eficacia, pero cambiar un paradigma – toda una serie de presunciones, coherente, relacionada y basada en los mismos principios – es muy difícil. A estas series de presunciones básicas encadenadas las llama, el profesor Schein, paradigmas culturales.
Una empresa desarrolla una cultura fuerte cuando su forma de ser y de actuar se ve validada por el éxito alcanzado. Así se van consolidando las presunciones básicas de su cultura y se van encadenando los paradigmas. Pero cuando las circunstancias del entorno cambian – y el cambio es cada vez más rápido, más generalizado y más profundo – una cultura fuerte tiene más dificultades para poner en cuestión las presunciones básicas que la sustentan, para adaptarse al cambio en el entorno, para poder seguir interactuando con él con la misma eficacia anterior. Cambiar la cultura de una empresa, adaptarla a los nuevos desafíos que un entorno cambiante supone, no es fácil. Cuanto más éxito haya tenido previamente el grupo, más firmes serán sus convicciones, más fuerte será su cultura de empresa, y, por tanto, más difícil resultará que se modifiquen los viejos paradigmas, que ya han perdido eficacia, para encontrar soluciones diferentes a los nuevos retos. No es fácil salir de las crisis; sólo las organizaciones muy participativas, las capaces de aprender por sí mismas son las que pueden adaptarse y superarlas. Si la participación del grupo es la base de la creación de la cultura, también la participación será la base de su adaptación a un entorno cambiante.
El 11 de Julio, pronostiqué que la bolsa estaría en 11.000 pronto. Si leeis ese post de entonces veréis que, en esta ocasión, está ocurriendo lo que os decía que iba a pasar, sólo que el deterioro es más rápido y más profundo de lo que yo preveía.
Hubiera preferido equivocarme. La bolsa está muy volátil: las noticias positivas mueven las cotizaciones al alza y las malas a la baja, pero la tendencia es claramente bajista. No me extrañaría que el IBEX 35 bajara a los 10.000, aunque puede recuperr los 11.000 y subir por encima, coyunturalmente. Que conste que no soy un experto.
Ya hace un año que empezó esto y cada día descubrimos que aún no se sabe bien qué está pasando de verdad. Mientras veamos que los bancos caen o que los gobiernos no los dejan caer, la crisis de confianza seguirá afectando a todos.
Pero hasta que no paren de bajar los precios de la vivienda en EEUU, nadie sabrá hasta qué punto están afectados los bancos en todo el mundo. El agujero dependerá de cuál sea el monto final en el que se estabilicen esos precios.
Los bancos españoles no están tan afectados directamente, porque la banca española estaba endeudándose y no comprando activos financieros. Pero al final si el crédito se restringe y el dinero se encarece, a la endeuda economía española le va a afectar mucho.
Abrigarse, paciencia y barajar. Pero todo se acaba alguna vez.
Un artículo muy recomendable de Stiglitz que podéis consultar:
Crecer no tiene que suponer necesariamente aumentar la desigualdad, aunque se elimine la pobreza. A mí me resulta más confortable un mundo menos desigual que el que tenemos.
La solidaridad da felicidad a todos, no sólo a los que reciben. Por ejemplo es más rentable – porque costar cuesta lo mismo – pagarle un máster en una de las mejores escuelas de negocios a alguien capaz, que mantener a un delincuente un par de años en la cárcel. Y hay mucha gente capaz que acaba delinquiendo por falta de oportunidades reales de integración. Es sólo un ejemplo, no me elevéis a categoría una simple anécdota. Insisto, no es más que un ejemplo, pero espero que os haga pensar.
Claro que lo que tenemos aquí representando a la derecha y a la izquierda ni es derecha ni es izquierda.
¿Se opusieron las dos formas de ver la economía y la situación actual de la misma -desde la izquierda y desde la derecha- en el “¿debate?” que se suscitó con la comparecencia “¿a petición propia?” del Presidente del Gobierno, ayer?
¿A qué ha venido usted aquí? le espetó Rajoy a Zapatero, poniendo cara de feroz enfado. Oportuna pregunta que podría haber sido contestada por el Presidente, con la expresión seráfica que luce hasta cuando se enfada, preguntando lo mismo ¿Y a qué ha venido usted? Nadie supo a qué venían: ¡a dar la cara y dar confianza le dijo Zapatero! ¿Quién aumentó su confianza ayer?. Qué propuso Rajoy: ¡alguna culpa tendrá usted! Y el Presidente le dice: ¡usted sólo viene aquí por motivos e intereses partidistas! Y así…
Lamentable espectáculo el que nos dieron Gobierno y Oposición, más lamentable que espectáculo, pues deprimen a todos y aburren hasta a las piedras, ¿Es que ninguno de los dos partidos tiene a nadie capaz de mantener un debate de altura sobre la situación, sus causas y las posibles medidas a tomar, aunque sean sólo medidas de cuidados paliativos a la vista de que la gravedad del enfermo no permite hacer nada o casi nada?
Lo curioso es que desde el Gobierno socialista se hace una política cuasi neo liberal con ribetes socialdemócratas que es apoyada por la Oposición derechista con especial énfasis cuando las medidas sociales son más populistas. Durante doce años con viento a favor y sin que nadie planteara una oposición que mereciera tal nombre en la forma de conducir la economía – ocho de Aznar y cuatro de Zapatero – se ha mantenido la misma política económica,. Ahora, que nos enfrentamos a una tormenta seria con viento de cara – de origen exógeno pero que nos afecta de modo especial por nuestro modelo de crecimiento basado en el crédito y, en parte importante, en el ladrillo, la oposición busca que alguien tenga la culpa de algo de lo que ocurre y el Gobierno practica el “dontancredismo” político con especial acierto (Don Tancredo era un torero cómico, más antiguo que yo, que se quedaba quieto, muy quieto, en medio del ruedo y conseguía así que el toro o la vaquilla le ignorara).
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