En la tertulia Cierre de Mercados, con Susana Criado.
En la tertulia Cierre de Mercados, con Susana Criado.
La base inicial de la teoría es la observación atenta de lo que ha ocurrido – inicialmente se acota lo que ocurre -, luego – mediante la especulación teórica – se explica lo ocurrido y por fin se articula la teoría completa. Cuando es así, cuando la teoría explica bien lo ocurrido, se adopta socialmente de forma masiva y se instala como un dogma. Y, a partir de ahí, se aplica para la interpretación de los nuevos fenómenos que se observan y para la predicción de lo que pueda ocurrir. Todas las teorías son formalizaciones simplificadoras de la realidad que tratan de explicar y justificar aquello que ya nos ha ocurrido.
Las personas necesitamos respuestas a nuestras preguntas, lo ignoto nos llena de ansiedad y sufrimos en medio de la cavilación y la duda; cuando por fin, instalada la teoría, todo tiene explicación, porque al fin hemos descifrado el código, porque dominamos el arcano y ya tenemos las claves para interpretar lo que ocurre, nos tranquilizamos. Se acabaron las preguntas y las dudas, ahora es el tiempo de las respuestas, el tiempo de las certezas. Esto es más confortable, no hay duda. Ante la perplejidad paralizante que nos atenaza cuando no entendemos algo, la teoría que lo explica, lo justifica y lo integra nos sirve de bálsamo social. La aceptación de los principios de la teoría provoca la desaparición de la ansiedad social y, aceptadas las bases por todos, puede comenzar la explotación de la teoría en la práctica: basándose en la teoría se desarrolla la ciencia y basándose en la ciencia se desarrolla la técnica.
Las teorías sirven para explicar lo que ya ha ocurrido, aunque, ya instaladas y aceptadas, pronto tratan de prevenir lo que nos pueda ocurrir. Pero la realidad social es tan cambiante y las teorías – por necesariamente simplificadoras – son tan inexorablemente parciales e incompletas que pronto aparecen nuevas evidencias experimentales que contradicen la teoría instalada. ¿Qué hacer entonces? La reacción social ante hechos que no somos capaces de entender, porque no se ajustan a las presunciones en las que están basados los paradigmas que integran la teoría establecida, no es nunca cuestionar la teoría sino más bien negar la evidencia, ocultar el hecho, o al menos intentar manipularlo o modificarlo. Parece mentira, pero así ha sido en la historia y así seguirá siendo; este comportamiento está en la naturaleza social del ser humano. Cuando se empiezan a acumular evidencias en contra de la teoría establecida nadie la pone en cuestión, antes preferimos no mirar lo que está pasando. Algunos individuos – usualmente los raros, los marginales, los rebeldes, los contestatarios, etc. – empiezan a protestar ante el embalsamiento de la realidad que supone la actitud mayoritaria de negar la evidencia, y son reprimidos y castigados por su actitud; los instalados, los oficialistas, los laureados, los académicos se aferran al paradigma apasionadamente y lo defienden a pesar de que cualquiera que no estuviera envuelto socialmente en la teoría, abrigado por ella, protegido por ella, y que conservara la lucidez, podría ver nítidamente lo que ocurre.
Al final, por acumulación de evidencias inexplicadas, y negadas pese a la evidencia, la crisis es inevitable; de pronto el castillo de naipes se desmorona, la teoría se derrumba y la perplejidad se instala en medio de la sociedad. Cuando la crisis se instala en nuestras mentes siempre es demasiado tarde. No nos hemos dado cuenta de que algo inexplicable e inexplicado ocurría y de pronto, cuando nos enteramos, cuando descubrimos la realidad, es después de que todo ya ha estallado bajo nuestros pies con estrépito.
Entonces cunde el pánico. Las crisis siempre son largas y la salida siempre es dolorosa. Los nuevos formuladores de paradigmas verdaderamente dignos de ser tomados en cuenta, tardan en ser aceptados. Cuando finalmente se encuentre el camino la rueda empezará de nuevo a rodar, comenzando un nuevo ciclo. En esos momentos, muchos de los que antes negaban la realidad, con tal de preservar la tranquilidad, serán capaces de aceptar alguna teoría insensata con tal de que la explicación que les dé les permita recobrar la tranquilidad. Es también el tiempo de los falsos profetas, de los curanderos, de los magos,…
¡Cuidado! Detrás de los científicos sanamente escépticos que formulan sus teorías, hay muchas veces malintencionados cínicos. A esos cínicos les trae sin cuidado la teoría, lo único que les interesa es arrimar el ascua a su sardina sea cual sea la circunstancia. Atentos, en estos tiempos de crisis, a los falsos profetas y sobre todo a los cínicos manipuladores que pronto aparecerán tratando de volver a sacar tajada.
En el siglo XIX y el primer tercio del XX la teoría económica instalada era el liberalismo, el paradigma era el libre mercado. Según los liberales dogmáticos la mano invisible de Adam Smith lo arreglaba todo; pese a que para él, para Smith, el mercado no lo arreglara todo, para sus epígonos dogmáticos sí. La respuesta a todos los problemas era dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda hicieran su trabajo. Pero la crisis del 29, con su crash y su Gran Depresión posterior, se encargó de evidenciar que la teoría liberal ni explicaba todo ni, mucho menos, resolvía todo. Unos años después, en 1936, Keynes publicó su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero que estableció las bases de la moderna intervención estatal a gran escala en la economía. De nuevo todo estaba explicado y sabíamos lo que había que hacer. No sólo había que ocuparse de la política monetaria, también estaba el Presupuesto para activar la economía desde el Estado. Pero, poco a poco, con el paso del tiempo, los cínicos empezaron a alentar las viejas tesis, aunque disfrazadas de novedades: surge entonces el neoliberalismo abanderado por la Escuela de Chicago y poco a poco su influencia se va agrandando hasta llegar a invadir de nuevo todo. Años más tarde, hoy, de nuevo la catástrofe pronosticada por algunos y negada por casi todos se produce.
¿Qué nuevo paradigma se instalará ahora? ¿Quién será el nuevo Keynes? ¿Cuánto tiempo tardarán después en volver a predicar los dogmáticos la siempre vieja buenanueva de que el mercado lo arregla todo, manipulados como siempre por los cínicos, que tratarán otra vez de aprovecharse? ¿Cómo lo llamarán? ¿Neo-neo-liberalismo?
El pasado día 9 en el «Forum Nueva Economía» D. Javier Gómez Navarro, Presidente del Consejo Superior de Cámaras, criticó que el espíritu emprendedor sea escaso en España y que el sistema educativo español forme «a funcionarios o empleados», en vez de fomentar el espíritu emprendedor, y que la preparación que reciben los alumnos no se adecue a las necesidades de las empresas. Luego puso como ejemplo que las madres, normalmente, quieran que sus hijos sean abogados del Estado. Añadió, puntualizando, que sólo en el caso de las madres con hijos homosexuales, éstas prefieren que sean diplomáticos, «porque así les ven poco».
¡Y eso que era un desayuno de trabajo, con café zumos y pastas! Si llega a ser en una cena o un cocktail ¿qué hubiera dicho?
Todo el mundo se ha echado encima del Sr. Gómez por su homofobia y por su machismo, que de ambas cosas hay en la ¿gracia? que soltó ¿para hacerse el simpático? acerca de que las madres de homosexuales prefieren verles poco. El presidente de la federación estatal de gays y lesbianas, D. Antonio Poveda, dijo que «sus palabras reflejan la simpleza que define a este señor», estuvo suave con él, aunque no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. D. Pere Terés, vocal de la Asociación de Madres y Padres de Gays y Lesbianas, le ha escrito una carta en la que le expresa su decepción “por que una persona como Vd., se ponga a la altura de la casposa e ignorante concepción de la realidad y verdadera naturaleza de la diversidad sexual, máxime cuando no le considerábamos afecto a mandatos sociales o pastorales y teníamos que presuponerle una visión más humanística del mundo y libre de oscuros prejuicios”. Le parece al Sr. Terés que el Sr. Gómez insulta a las madres de hijos homosexuales y le apena que así sea. Le pide que rectifique. El Sr. Gómez lo hace; rectifica días después y dice, que se disculpa y que “su intención fue hacer una broma sobre la falta de naturalidad de la sociedad en su trato con los homosexuales”. Al tiempo se solidarizó con los colectivos que sufren y padecen la intolerancia por parte de determinados grupos y organizaciones sociales.
Bueno…, vale. Pelillos a la mar. No es muy buena la disculpa pero…, asunto cerrado. Con la educación que nos dieron – lo sé porque el Sr. Gómez sólo tiene dos años más que yo – no me resulta difícil disculparle este fallo, aunque sea grave en alguien que es el Presidente del Consejo Superior de Cámaras.
Esto es conocido ya, y no merecería un post, pero me gustaría fijarme en otra parte de lo que comentó el Sr. Gómez.
¿Cómo es posible que este señor se atreva a hablar de que falta espíritu emprendedor en España? Sí que falta, estoy de acuerdo, pero no es él el que debe decirlo. Aunque sea el Presidente del Consejo Superior de Cámaras y trate de parecer un emprendedor no es eso. En la institución que preside hay colgado un curriculum suyo. Debo suponer por ello que es una versión al menos amable del mismo, sino hagiográfica, aunque me extraña que la vida profesional del mismo empiece cuando el Sr. Gómez tenía 31 años cuando me consta que acabó la carrera mucho antes; era buen estudiante. No me parece que sea un curriculum que le legitime a opinar como él lo hace -de fondo y de forma -acerca de la falta de espíritu emprendedor de los universitarios, cuando él es un paradigma de ello; quiero decir de la falta de espíritu emprendedor y de haberse refugiado en actividades menos “emprendedoras”. Si hubiera dicho que él es un ejemplo de eso, de no ser emprendedor, y no tratara de dar a entender lo contrario, lo entendería; pero como lo hace no lo puedo entender. ¡Y no me gusta! El Sr. Gómez no está en ese puesto por ser un empresario sino por ser un profesional, no un empresario, que se dedicó pronto a la política: un político, noble arte, por cierto, tan noble como el otro, pero que no es el de emprendedor.
Ya sé que ha sido elegido, pero ¿no había nadie más representativo para ponerle en el puesto? ¿Será que falta democracia real en la organización y que los mecanismos de cooptación no son los más adecuados? En España hay bastante democracia en las organizaciones de todo tipo, pero la representatividad es muy escasa y no sólo en los partidos, también en los Sindicatos, en las Patronales y en las Cámaras y su Consejo Superior, por lo que se ve.
Yo durante cinco años sólo hice selección de directivos en una empresa creada por mí al efecto, y aprendí a leer entre líneas los CV. Lo típico es lo de “nivel de inglés medio”. Haced ese esfuerzo, por favor leed entre líneas al leer el CV anexo que está copiado de la web del CSCC. No seáis maliciosos, pero no dejéis de ser perspicaces, y entenderéis mejor mis conclusiones.
Nota previa: vean de dónde procedía MARSANS cuando el Sr. Gómez fue Presidente y me entenderán mejor aún.
ANEXO
CV de Javier Gómez Navarro
Madrid, 13/9/1945
Ingeniero Industrial, especialidad Química
Elegido Presidente del Consejo Superior de Cámaras de Comercio, el 10 de Febrero de 2005.
1976: gerente de la Editorial Cuadernos para el Diálogo, en la que puso en marcha el nuevo proyecto de la revista semanal del mismo nombre, que apareció en 1978.
1979-1983: desarrolló su actividad empresarial en la Editorial Tania, y continuó como editor de la revista Viajar, que él mismo fundó en 1978. En esta época ocupó el cargo de director gerente de la Fundación Ortega y Gasset.
1980: promovió la constitución de la Feria Internacional del Turismo, de la que fue su secretario técnico hasta 1983.
1983: presidente de Viajes Marsans, una de las primeras agencias de viajes del país.
1985: Participa en la creación del Club de Empresarios.
1987-1993: Secretario de Estado de Deportes. Durante esta etapa, se elaboró la Ley del Deporte de 1989, que convirtió en sociedades anónimas los clubes de fútbol y baloncesto. Jugó un importante papel en la organización de los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, como vicepresidente del Comité Organizador.
Durante su mandato al frente del Consejo Superior de Deportes se creó la Comisión Nacional contra la Violencia en el Deporte, la Comisión Nacional Antidopaje, nacieron cinco nuevos INEF y se puso en marcha el Plan MEC para la construcción de instalaciones deportivas en los centros escolares.
1993-1996: Ministro de Comercio y Turismo. Durante su gestión, se aprobó la Ley de Comercio de 1996.
Desde 1998 preside la empresa MBD, dedicada a la consultoría empresarial
En 2005 es nombrado Presidente de la empresa Aldeasa. Es Patrono del Teatro Real
Ser coherente no quiere decir estar acertado, si no razonar de forma consistente de acuerdo a tus posiciones; pero a menudo si uno es coherente todo el rato es más fácil que se esté acertado que si uno sólo es coherente a ratitos. Cuando casi en una sola frase se es coherente primero e incoherente después pierde uno mucha credibilidad y es fácil pensar en aquello de la elasticidad de los argumentos y en lo de que razonar es arrimar el ascua a la sardina propia.
El presidente fundador del PP, D. Manuel Fraga, ha dicho hoy que es un «disparate» y un «error gravísimo» investigar las desapariciones de la Guerra Civil y de la dictadura franquista. Le entiendo. Me parece que desde su punto de vista es normal que piense así y que lo diga. Es coherente. Fraga, ocupó la cartera de Turismo bajo el régimen de Franco.
Pero cuando habla de Garzón dice: «Es un disparate que un señor se autodefina competente en un asunto que es muy discutible que tenga competencia nadie puesto que ya hubo leyes de amnistía» No Señor, ahora es usted incoherente, o es discutible que tenga competencia nadie o es un disparate que alguien se defina competente. ¿Me sigue profesor Fraga? Si es discutible no es un disparate. Se le vuelve a ver el plumero D. Manuel.
Ya veo que no sólo le cabe el estado en la cabeza, sino que le caben razonamientos incoherentes y coherentes a la vez casi. ¡Qué cabeza!
D. Manuel, ya ha hecho usted mucho por este país. De verdad. Ha traído a la derecha más rancia a la democracia y eso se lo agradecemos todos. Le deseo lo mejor. Se ha ganado ya el merecido descanso. ¿Por qué no se jubila?
Describo, sintéticamente, mi última hora de la tarde del miércoles pasado frente al televisor:
Vaya por dios, gol… (Bélgica 1-España 0)
GOL, ¡¡¡qué golazo!!!…(Bélgica 1-España 1)
…
…
¿¿??
¡GOOOOOOOOL!, ¡GOOOOOOOL!, GOL, GOL, GOL.
Final: España 2, Bélgica 1
¿Será posible que los desfiles de nuestro ejército en el día de la Fiesta Nacional no desaten, ni en la izquierda ni en la derecha, ni siquiera en el jefe de la Oposición al que le parece el asunto un coñazo, más entusiasmo que el de que supone una ocasión singular para algunos de abuchear al Presidente del Gobierno de todos?
¿Y será posible que un triunfo de «la roja» sea, hoy por hoy – junto a los de la selección nacional de baloncesto, Nadal, Alonso, Contador, Sastre, etc. – uno de los escasos aglutinantes del sentir colectivo de los españoles?.»Yo soy español, español, español,…» cantan a coro los hinchas.
¡Manda huevos que diría Trillo!
Quiero aclarar que yo soy asturiano y que me siento profundamente español por ello. No hay para mi contradicción entre esos sentimientos, ni siquiera son complementarios, son la misma cosa. Pero claro, desde la antigua “metrópoli” nos resulta más fácil sentirnos así –acordaos de D. Pelayo y de Covadonga y pensad que para nosotros España es Asturias y lo demás «tierra conquistada al moro». Disculpad la simplona forma de ¿razonar? del párafo precedente pero ya sabéis lo «grandones» que somos los asturianos. A otros puede que les cueste sentir lo mismo, y que sientan de otra manera. Respeto mucho a todos los discrepantes intelectuales, o sea a los que piensan de forma diferente a la mía. A mí me gusta mucho la discrepancia y la dialéctica de confrontación de ideas, con argumentos y contrargumentos, y con cada quien sacando sus propias conclusiones, las suyas, probablemente diferentes para cada uno. Cuando todo el mundo está de acuerdo conmigo me inquieto, me siento mal, y propendo a cambiar mi postura – lo hago en términos de método dialéctico para comprobar si, al final, estoy de acuerdo conmigo mismo o no -. Pero, si de lo que se habla es de sentimientos, está claro que cada quien siente de una forma y que uno en su corazón no manda; y aquí si que no queda más que respetar y asumir que cada quien sienta lo que sienta.
Pero si todos fuéramos conscientes de lo que todos somos y de lo que no somos en nuestra España, con nuestras virtudes y nuestros defectos, con nuestros éxitos y nuestros fracasos y aprendiéramos a amarlos por igual, porque todos son igualmente nuestros – como recomendaba Tomás y Valiente – tendríamos mucho a ganar, mucho más que con esta tendencia centrífuga que no para de crecer en la que los que sentimos como yo y pensamos así empezamos a sentirnos raros.
¿Por qué nos cuesta tanto a los españoles definir y reforzar lo que nos une y acotar bien lo que nos separa? ¿Será la sombra de la España Invertebrada de Ortega? ¿Estamos aún padeciendo el pesimismo que nació en 1898 con la pérdida de nuestras últimas colonias? ¿Nunca vamos superar del todo la hecatombe histórica que nos desgarró en la Guerra Civil, ni la horrible represión posterior?
Vivo en Madrid desde hace veinte años; he estudiado en Asturias, en León y en Madrid; he trabajado y vivido con mi familia cinco años en Cartagena, dos años en Barcelona, un año en el País Vasco y dos años en Galicia. Leo, entiendo y hablo algo en catalán, leo y entiendo muy bien el gallego, conozco bastantes palabras del eusquera batua. Tengo todo un apartado de mi biblioteca con mucho de lo que se publica sobre el País Vasco, desde todas las tendencias y sensibilidades. Conozco bastante bien nuestra historia. Veraneo en Cabo de Palos desde hace muchos años y por ello me siento también de allí. También he trabajado en Zaragoza y en Granada. Vamos, que lo de la rica multiplicidad y diversidad de este mosaico que es España me lo conozco bien; y lo amo apasionadamente, trozo a trozo y en conjunto, con sus luces y sus sombras, y con sus contradicciones.
Me encantaría pensar que son muchos los españoles que se sienten como yo, orgullosos de cada trozo y del conjunto y de que llevemos juntos más de 500 años, aunque nuca estuviéramos del todo separados. Me gustaría que hiciéramos nuestro el lema: E PLURIBUS UNUM: Unos en la diversidad.
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