Allí os espero, en la tertulia del programa Cierre de Mercados de Susana Criado. Sobre las 16:20 y hasta las 17:00 horas.
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Voy a intentar contestar a las cuatro preguntas que plantea Fran, por su orden, aunque de forma sintética – ¡ando mal de tiempo!-. Ya sé que me pides un artículo largo y sesudo sobre el tema pero de momento tienes que conformarte con ésto. ¡A ver si encuentro un rato para complacerte! Ahí van:
A la primera pregunta: ¿Estamos ante el fín de aquella globalización (mal ejecutada a mi corto entender), y la vuelta a un esquema proteccionista a ultranza?
No creo que por profundo que sea el bandazo que está dando todo – esperemos que coyuntural aunque tenga efectos estructurales: ya nada volverá a ser igual – vaya a suponer el fin de la globalización. La globalización es imparable. El abaratamiento de los transportes y la extensión universal de la red hace de este mundo una aldea global. No se le pueden poner puertas al campo. Aunque se desaten algunas medidas proteccionistas, serán un mero accidente en el progresivo desarme arancelario y en la generalización de grandes áreas económicas con libre comercio y libre circulación de capitales. Ojalá que pronto la libertad incluya la libertad de movimientos de las personas, como ya ocurre en algunas de esas áreas – la Unión Europea -; más allá de los inconvenientes que a corto plazo pudiera presentar, la humanidad entera se beneficiaría de ello.
Vamos con la segunda: ¿Pueden las medidas proteccionistas resolver parte del problema, o por el contrario acentuarlo aún más?
Sin ninguna duda: las medidas proteccionistas serían funestas y agravarían el problema muchísimo. Bastaría ver lo que ocurrió en el 29. El reflejo de protegerse acaba siendo funesto para todos. La tentación es tremenda pero no debemos caer en ella. En la cumbre del G-20 se dijo claramente que no se comprometería la libertad del comercio mundial pero el compromiso se quedó en palabras. Ahí sigue atascada la Ronda de Doha y nadie parece querer de verdad desatascarla.
La tercera: ¿Pueden resultar eficaces de forma transitoria o son mensajes en clave de popoluaridad política interna?
No serían eficaces, a mi juicio, ni a corto plazo. Cada uno al protegerse puede pensar que estaría mejor, pero como todos pensasen lo mismo todos resultarían perjudicados. Es un dilema del prisionero en el que pensando cada uno en ganar el resultado es que todos pierden. En este momento, con una gran crisis afectando al empleo y millones de nuevos parados, la tentación populista de cualquier gobernate es difícil de resisitir. Esa es la razón por la que corremos un gran riesgo. Aunque en las cumbres se comprometan, en cuanto llegan a sus países se les escapan medidas de este tipo. Reitero que ese riesgo existe y como caigamos en él entonces sí que tardaríamos más de diez años en salir de ésto.
Y al última: ¿Queda algo en éste país (y ahora me refiero al nuestro) susceptible de ser protegido?. De ser así, ¿sería razonable que nos planteásemos medidas semejantes?
España es una economía muy abierta. Cualquier restricción nos perjudicaría. En primer lugar estamos en la Unión Europea que para nosotros representa mucho más que la mitad de de nuetro comercio exterior y eso no es modificable. Además no podemos tomar iniciativas al margen de la UE en este campo. Hay gente que piensa en la dependencia que tenemos del exterior y deduce que es malo. No es así. Las autarquías son funestas. Cada país debe especializarse en lo que puede hacer mejor, como ya propugnaba Adam Smith, en «La riqueza de las naciones» y comerciar entre ellos de la forma más libre posible.
Dice la prensa de hoy que Ryanair es ya la segunda aerolínea de España. Y eso no es todo, prevén superar a Iberia en sólo tres años. Mientras tanto en Iberia muestran displicencia ante la amenaza que supone en el mercado doméstico español Ryanair. Ya se sabe: los dioses confunden a los que quieren perder.
¡Cuánta arrogancia y cuánta estulticia! Creen que con su filial Air Nostrum y su participada Vueling pueden hacer frente a la expansión de Ryanair. ¡Ni de broma!
¿Qué haría falta para que Iberia pudiera competir con Ryanair?: una revolución cultural. ¿Os imagináis a los pilotos, a las tripulaciones y al personal de tierra de Iberia haciendo lo que hacen los de Ryanair para fomentar que los aviones estén siempre en vuelo, que los tiempos en tierra sean mínimos, que todos los costes operativos bajen, etc.? Yo no.
Los directivos de Iberia tampoco parece que estén a la altura del reto. Tampoco los del resto de compañías que operan el mercado doméstico. En el primer trimestre de 2009 Spanair ha perdido un 36% de pasajeros frente al mismo periodo del año anterior, Iberia 22,6% y Air Europa 18%. Ryanair crece un 10,6%.
El modelo de las low cost es aparentemente fácil de copiar pero los prejuicios culturales impiden a las compañías tradicionales adaptarse al reto que éstas les plantean. Muchas ya han desaparecido y otras van camino de ello. La historia se repite. Lo mismo pasa en otros sectores de actividad. Las grandes compañías mueren de éxito – del éxito pasado, claro – porque no se enteran de que el éxito en el pasado no garantiza el éxito en el futuro; casi es la antesala del fracaso para todo aquel que se lo cree. Así suele ser y así va a seguir siendo, ¡y puede que no sea tan malo!
Ayer el Banco de España estimó que en el primer trimestre el PIB ha bajado un 1,8% y que para 2009 la contracción será del 3%, frente al 1,6% del ahora desfasado augurio anterior. Cada vez que aparece una nueva estimación sobre lo que la crisis está suponiendo sobre la economía real, sea de la institución que sea, es peor que la anterior. Cada revisión de datos empeora a la anterior y en cada revisión la recuperación se aplaza un par de trimestres más.
Y mientras tanto nuestro Presidente de Gobierno sigue hablando de que lo peor ha pasado ya y que el mes que viene veremos los primeros síntomas de ello. Siempre dice lo mismo, es consistente, su mensaje no varía, lo único que cambia es el mes al que se refiere que pese a ser siempre el próximo es cada vez, lógicamente, el siguiente.
Ante los nuevos datos, ayer, en rueda de prensa en Estrasburgo, José Luis Rodríguez Zapatero en un nuevo juego de palabras hablaba de desaceleración –yo pongo el acento en la silaba final y él lo pone, cuando habla en varias sílabas a la vez, ya sabéis- y consideró «probable» que lo peor haya pasado ya.
Hasta ahora los datos demuestran que decrecemos, y que cada vez decrecemos más. O sea la economía se contrae y lo hace a velocidad cada vez mayor. ¿Se puede deducir de esto que lo pero haya pasado ya? Hasta que haya alguna inflexión en los datos, no parece razonable decir cosas así, para tener que rectificar lo dicho un poco más tarde.
Mientras tanto la oposición a lo suyo: ¡Zapatero tiene la culpa de lo que pasa! «Hay que rectificar la política económica», dijo ayer, por ejemplo, el portavoz de Economía del PP, Cristóbal Montoro.
Aunque como dice el refranero clásico: “mal de muchos, consuelo de tontos”, o como dice otra versión más moderna: “mal de muchos, epidemia” a todo el mundo le está pasando lo mismo o algo peor y eso que no todo el mundo tiene un Zapatero; incluso les pasa a los que tienen un Obama. EE UU se contrajo en el primer trimestre un 1,6%, lo que equivale a una tasa anualizada del 6,1%, y el año pasado lo hizo en un 6,3 %. Pero para el PP esta es la crisis de Zapatero: él tiene la culpa de todo. El Gobierno, para el PP, todavía no tiene la culpa de la gripe porcina, pero en cuanto la flamante e hiperactiva nueva ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, meta la pata -y el que mucho habla, mucho yerra- veréis la reacción del PP. Claro que para ellos es mejor hablar de eso, de cara a las europeas en lugar de explicar por qué su tesorero, que sólo tiene ingresos modestos derivados de su sueldo, ingresa 330.000 euros en una cuenta corriente, en billetes de 500, porque días antes había pedido un crédito en el mismo banco para comprar un cuadro que luego no compró. Al menos esa explicación da. Presuntamente es inocente de lo que al parecer se le acusa –haber cobrado exactamente esa cantidad de la trama corrupta de Correa- pero si su explicación es cierta –tener el dinero en casa en billetes de 500 euros en espera de pagar algo que sólo tenía intención de comprar, para devolverlo después, perdiendo un platal en la operación, es -probadamente y no sólo presuntamente- imbécil. Un tesorero que hace esas operaciones debería de dimitir por inepto, sin tomar en cuenta que ya debería de haber dimitido para no perjudicar más al partido.
Aquí tenéis el texto ( ¿HAY ALGO MÁS QUE DECIR SOBRE LA CRISIS QUE NO SE HAYA DICHO YA? ) de la conferencia que dicté ayer en AEDE B.S., basada en la que leí en México en Diciembre pasado. La crisis no para de dejarnos atónitos y los cuatro meses transcurridos me han obligado a reescribir muchas cosas. Espero que os interese, pese a que es un poco larga y que, a los que hayan leido la anterior, algunos temas, sobre todo lo que se refiere a las causas de la crisis y las recomendaciones personales finales, les van a resultar más que conocidos.
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