El blog de Gustavo Mata

Estrategia: Las reglas del juego en los negocios

Categoría: Actualidad (página 14 de 53)

LA CUMBRE DEL G-20: MÁS DE LO ESPERADO Y MENOS DE LO NECESARIO

Nadie esperaba tanto de la cumbre del G-20, y sin embargo lo acordado no es suficiente para atajar la crisis. Veinticuatro países, el 80% de la economía del mundo, reunidos en la cumbre del G-20 en Londres, acordaron acciones para enfrentarse a la crisis económica más grande y más global que se ha conocido. Por una vez los compromisos son claros y precisos.

Al final las posiciones previas enfrentadas han dado lugar a un consenso integrador. ¡Como debe ser! Aunque estábamos perdiendo la costumbre después de tantos años de administración republicana en los EEUU que se ha caracterizado por huir de la multipolaridad y el consenso imponiendo a todos sus esquemas.

Habrá mayor regulación financiera como exigían Alemania y Francia: al menos habrá una lista de paraísos fiscales, se regularan los hedge funds, se supervisará mejor a las agencias de calificación. Y habrá inversiones, aunque mucho de lo que se acuerda en ese sentido ya estaba predefinido antes de la cumbre. También se reforma el FMI al que se le aumentan en un 200 % los recursos, dando mayor entrada a los países emergentes -China, India y Brasil- en los órganos de decisión. Se anuncia también la permanencia de la política de tipos de interés bajos.

Aunque se dice que no se incrementará el proteccionismo no se impulsa con firmeza una política de estímulo a la apertura comercial en todo el mundo. Tampoco se ataja el escándalo de las retribuciones de los altos directivos.

Aquí os dejo el texto que han acordado. Leedlo.

http://www.elpais.com/articulo/economia/crisis/global/exige/solucion/global/elpepueco/20090403elpepieco_7/Tes

¿QUÉ ES MEJOR PARA SACAR LA BANCA AMERICANA DEL ATOLLADERO?

Mientras los bancos americanos no afloren sus verdaderos problemas no vamos a salir de ésta. Claro que si los activos tóxicos que tienen no son vendibles, no hay nadie capaz de saber cuál es su valor ni, en consecuencia, cuál es la pérdida que el banco debe anotar en sus cuentas. Son dos problemas: tienen el dinero atrapado en esos activos que no son realizables y además no saben cuánto dinero deben destinar a provisiones. Están mal pero ¿cómo de mal?. Nadie lo sabe con certeza. Eso genera desconfianza de unos sobre otros.

El plan de Obama, es decir la tercera versión del plan original del actual y anterior secretario del Tesoro, Tim Geithner, ha entusiasmado, al parecer a las bolsas de todo el mundo –veremos lo que dura el efecto- y ha llenado de dudas a los expertos.

Al final, la, por algunos esperada nacionalización parcial o total de bancos en problemas, se ha quedado en un plan de compra en subasta de los activos de mala calidad -con lo que al menos, y de una santa vez, sabremos, si es que se logran colocar, cuál es le grado de afectación de los balances y de las cuentas de los bancos en cuyo poder están estos activos.

Para facilitar la colocación de unos activos que hasta ahora son invendibles, o sea, no tienen precio de mercado porque nadie los quiere, la administración americana ofrece un apalancamiento espectacular según el cual poniendo un 10 % del dinero, te prestan el 40 % y comparten contigo la inversión al 50 %. Es decir si al realizar luego esos activos hay ganancias te llevas el 50 % de las mismas, devuelves el crédito con sus modestos intereses, y el Estado se lleva el otro 50 % del beneficio. Claro que para él ese beneficio es la consecuencia de haber invertido realmente 90 y para el inversor el de haber invertido sólo 10. Pero si al realizar el activo se pierde, la pérdida que asume el inversor sería en todo caso el 10 % invertido, como máximo, mientras que el Estado corre con el resto de la pérdida.

¡Viva el mercado!

O sea que luchábamos contra el apalancamiento excesivo y lo proponemos como arreglo. Y por si fuera poco esta vez ni siquiera se corre el riesgo. El riesgo lo corre el contribuyente y el beneficio se lo lleva el inversor, en su mayor parte.

Igual es eso lo que hace falta. Pero se me antoja que no es exactamente eso lo que habría que hacer para sacar de la trampa en la que se ha metido la banca por no considerar bien los riesgos y por apalancarse sucesivamente en productos estructurados.

¿Y si, a pesar de todo, muchos activos tóxicos se quedan sin vender por falta de comprador?

¿Y si por estar tan ayudadas las inversiones se falseara al alza el precio real de esos activos?

TRES NOTICIAS CON CALADO ESTRATÉGICO

El macroentorno anda revuelto.Los cambios en la regulación de los sectores muy intervenidos, como la leche ,junto con el cambio en la situación económica del mundo pueden dar lugar a vuelcos espectaculares:

http://www.elpais.com/articulo/empresas/leche/crisis/elpepueconeg/20090322elpnegemp_7/Tes

Las ventajas de la innovación sólo se mantiene para el que nunca se cansa de innovar. Los beneficos de hoy, tan recompensados para los ejecutivos con primas escandalosas, pueden llevar a pérdidas mañana, o incluso pueden conducir a poner en riesgo de desaparición a las compañías:

http://www.elpais.com/articulo/semana/Llega/pildora/fusion/elpepueconeg/20090322elpneglse_2/Tes

Las economías de escala posicionan con ventaja a los más grandes. Compartir redes puede ser un primer paso para una fusión. ¿Será eso lo que hay detrás de esta noticia?

http://www.elpais.com/articulo/economia/Telefonica/Vodafone/cierran/acuerdo/compartir/redes/moviles/Espana/elpepueco/20090323elpepueco_2/Tes

¿Alguien se atreve a comentarlas bajo una perspectiva estratégica?

SÍNTOMAS

Dice Almunia, Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, en una entrevista concedida al diario italiano «La Stampa», hablando de la crisis, que observa «síntomas mejores respecto a hace tres meses”

Me pregunto yo qué será un síntoma mejor.

Dice la Real Academia:

síntoma.

(Del lat. symptōma, y este del gr. σύμπτωμα).

1. m. Med. Fenómeno revelador de una enfermedad.

2. m. Señal, indicio de algo que está sucediendo o va a suceder.

Un síntoma mejor sería, en la primera acepción de la Academia un fenómeno revelador de una enfermedad que se observa con más claridad, un síntoma mejor sería un síntoma más claro. Según la segunda acepción sería un indicio también más claro, más evidente, de que algo está sucediendo o va a suceder.

¿Será que hasta ahora no entendía qué está pasando y que ahora empieza a entenderlo?: No.

Por lo que dice a continuación se ve que no es eso. Los síntomas mejores son que: “algunos bancos han anunciado resultados más favorables de lo esperado, el mercado de la liquidez va un poco mejor y el compromiso de los gobiernos con los trabajadores públicos comenzará a dar frutos pronto”.

Lo que tal vez quiere decir Almunia es lo contrario de lo que dice, es decir, que los síntomas de la enfermedad se desdibujan, no son tan claros como eran, que hay señales de mejora. Pero no se atreve a decirlo tan claro, o no sabe.

Luego añade: “aunque «todas las previsiones prometen un crecimiento negativo en Europa para este año y una situación muy incierta en sectores de arrastre como la industria, la construcción y los servicios”. ¿En qué quedamos?

O sea que el Sr. Almunia, aunque es economista, es sobre todo un político y por lo tanto no quiere hablar claro. ¿O no puede?

El problema en esta crisis, como en todas, pero en esta aún más, es que nadie sabe cómo vamos a salir de ella. Es algo nuevo, es la primera crisis global; nadie sabe realmente nada. Cómo entramos ya hay quien se atreve a explicarlo, pero sobre cómo y cuándo vamos a salir no hay forma de oir nada que sea preciso ni consistente.

Ya se sabe, muchos explican las cosas una vez que han ocurrido. Pero casi nadie se atreve a hacer de profeta y los pocos que se atreven se equivocan mucho.

¿POR QUÉ NO TE CALLAS?

José María Aznar clausuró ayer las Jornadas de la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA) en la que había intervenido el día anterior Paul Krugman. Sin justificar ni motivar sus afirmaciones, faltaría más, dice, contra lo expuesto por el Premio Nobel de Economía, que la crisis no se convertirá en una gran depresión como la de 1929. «El riesgo es bajo”. ¡Uff!, ¡Qué alivio! Ahora que Aznar, gran autoridad en el origen y la extensión de las crisis económicas, ha hablado, respiro tranquilo. ¿No le da vergüenza hablar de lo que no conoce?

Encima, después de que las ideas sobre economía  que mantiene, las mismas de Bush, hayan demostrado su capacidad para generar la crisis, se enroca en ellas y sigue con su cantinela, como si de un mantra budista se tratara; incapaz de decir otra cosa: propone el recorte del gasto público para superar la crisis y una «nueva oleada de privatizaciones de empresas públicas» -¿quedan?-. ¿No sabe que lo que hace falta es inversión masiva del estado para poder salir de este lío?

Dijo también que «vuelve a ser el momento de la política con visión amplia y sentido histórico» para España. ¿No querrá que volvamos a Irak? ¿A qué llama este caballero sentido histórico? Con su pasado falangista ¿no será la recuperación del imperio y la unidad de destino en lo universal de José Antonio Primo de Rivera lo que propugna para España?

Además dijo que considera imprescindible reabrir «un debate sereno en torno a la energía nuclear, incluidas las centrales de nueva generación», y otro para recuperar el Plan Hidrológico Nacional, ya que es «un grave error, además de ser inconstitucional» la política que pretende «atribuir la propiedad de los ríos españoles a cada Comunidad Autónoma». Menos mal que dijo algo razonable.

Para terminar dijo que «no hay espacio para políticos con minúscula», cuando es evidente que él sigue ahí, dando la lata, en manifiesta contradicción con lo que dice. ¿O es que él es un político con mayúsculas? La historia pone a todos en su sitio y él es un mediocre; claro que el actual Presidente de Gobierno es otro mediocre, pero eso no le hace a él grande.

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