Para animar la economía se pone más dinero en circulación y se bajan los tipos de interés; si ésta se anima excesivamente, aumenta descontroladamente la inflación, y para corregir la inflación lo que se debe hacer es que haya menos dinero en circulación y que éste sea más caro: drenar liquidez al sistema y subir los tipos de interés enfría la economía; a corto plazo eso genera muchos problemas, pero es la única forma de que a medio plazo se retome la senda del crecimiento con control de la inflación.
En este juego dos son los grandes riesgos a temer la sobre inflación y la deflación. Ambas conducen a la desconfianza y a la paralización. Si la inflación se dispara, como nadie puede estimar sus costes con certeza; se paralizan muchas decisiones de inversión y se ajustan las plantillas al mínimo. La economía se puede estancar. Si aparece la deflación, como todos esperan que los precios bajen nadie toma decisiones tampoco; esperando que todo baje más aún, casi nadie compra nada. Las ventas caen. Pero como no es fácil ajustar los costes a la baja -bajar salarios no es fácil y con muchos otros costes pasa igual- los márgenes se deterioran. Todo eso lleva la economía también al estancamiento.
Actualmente estamos entrando en una recesión que puede terminar en depresión. Las economías desarrolladas ya decrecen y se teme que el mundo entero pueda entrar en recesión. Y al tiempo la inflación está bajando rápidamente. En Europa ya está en el 2,1%.
En ese contexto se está tratando de reanimar a la economía con bajadas de interés. La última del BCE, la del pasado jueves, fue del 3,25 al 2,5%, la mayor desde 1999, fecha en la que se introdujo el euro. Ahora Trichet dice que con los precios de las materias primas bajando y la demanda muy débil no hay riegos de inflación y casi anuncia más bajadas. Un poco antes el Banco de Inglaterra bajaba los tipos un punto, hasta el 2%, algo no visto desde 1951. En Estados Unidos, la Reserva Federal ha bajado cinco veces los tipos en éste año hasta situarlos al 1%. China, India, Suecia, Suiza, etc. han hecho lo mismo.
¿Pararán así la recesión que nos amenaza a todos? Hasta ahora la economía no reacciona. Nadie da un paso. La desconfianza está totalmente instalada. El que tiene dinero no se lo presta a nadie, salvo al estado. Y el estado intenta ponerlo en circulación pero acaba volviendo a él. Nadie se fía de nadie y la economía se está parando. Las decisiones están aplazadas. Nadie sabe qué pasará.
¿Llegaremos a entrar en la temida deflación? La gran bajada de los precios del crudo y del resto de primeras materias provocada por el descenso de la actividad promete dejar la inflación en nada. Las predicciones hablan de inflación próxima a cero en el verano de 2009. Pero lo que está ocurriendo y va a ocurrir es más bien una desinflación que una deflación. No es esta la deflación que hay que temer. Jean-Claude Trichet comentó “no hay que confundir deflación con desinflación. El riesgo de la deflación hay que medirlo en la inflación subyacente, especialmente en el componente de servicios”. Con todo la situación es lo suficientemente nueva como para que nadie esté seguro de nada.
¡Cuidado con los tipos muy bajos! Con el dinero más barato se supone que todos tenemos más inclinación a comprar endeudándonos. Pero el tipo de interés no puede ser negativo, y, además, aunque el interés oficial sea cero, los bancos no nos darán los créditos gratis. Claro que si el tipo oficial es cercano a cero, los tipos aplicados al consumidor final bajarán. Hasta hace poco el Euríbor era ligeramente superior al tipo oficial del dinero, pero ahora, como no se fían unos de otros, tiene un precio muy por encima del tipo que fija el BCE, o no se lo prestan. Si el tipo oficial llega a cero, el banco bajará los intereses para sus mejores clientes, los que ofrezcan verdaderas garantías. Pero el resto, la mayoría, seguirá sin acceder al crédito. Los tipos cero también abaratarán las hipotecas existentes, pero eso no incrementará la posibilidad de hipotecarse a los que pretendan comprar una vivienda ahora: no hay crédito. Los bancos reconocen que han cerrado el grifo a empresas y familias.
Hasta que el temporal amaine toca aumentar el déficit público lo que haga falta, invertir masivamente en infraestructuras, abaratar impuestos y, hasta mantener los tipos bajos, pero en cuanto la confianza vuelva habrá que subir los tipos y empezar a purgar al sistema de tanto exceso; el exceso anterior que provocó esto y el que se está teniendo que hacer para evitar que todo se vaya a la porra. Entonces veremos si ha merecido la pena. Hasta entonces nos queda mirar y aprender. Y el que sepa que rece.
diciembre 9, 2008 at 9:55 pm
Pues si al final el Estado no es capaz de deshacerse del dinero y ponerlo en circulación ¿por qué no da directamente los créditos al cliente final a través del ICO en vez de dárselo a los bancos? ¿les da miedito que les llamen comunistas o que los botines de turno se les enfaden?
En mi opinión no se pueden brindar miles de millones a las entidades sin un claro compromiso (y control) de que ese dinero va a servir para mover la máquina. Si el Estado empieza a entrar en competencia con las entidades de crédito, quizá éstas acaben viendo las orejas al lobo y empiecen a prestar tambien.
diciembre 9, 2008 at 10:03 pm
Lo que propones es casi nacionalizar la banca. O que la banca pública haga el papel de banca privada. Yo creo que la banca pública nunca ha sido bien gestionada. De eso estoy seguro. La historia está ahí.
La salida es que vuelva la confianza. Y eso llevará tiempo.
Un saludo cordial y gracias por el comentario.
diciembre 12, 2008 at 11:44 am
Querido Gustavo:
Muchas gracias, por que ya sabes que yo soy una ignorante en cuestiones de economía, pero me has abierto las puertas del conocimeinto de algunas cuestiones que al respecto no tenía yo muy claras.
Un abrazo,
marzo 11, 2009 at 11:55 pm
Hola Gustavo. He ha hecho mucha gracia lo de «Yo creo que la banca pública nunca ha sido bien gestionada», sobre todo, viendo como le va a la banca privada. Y el colmo de los colmos, el patron contra el que se median todas las cosas, la banca americana, ¡no digamos!
Ahora, yendo al nucleo del asunto, ¿no se está adoptando la solución japonesa de la crisis? pues en Japon siguen teniendo unos tipos de interes ridiculos, tras 20 años de crisis, a la que siguen sin verle el final. Quiero creer que en Occidente, debido a la diferencia de mentalidad, nos daremos antes al gasto, y eso será el germen de la recuperación, pero creo que esto no será pronto.
Otro problema es el propio de España: secesitamos una desinflación como el comer. Es la única forma de que recuperemos competitividad contra el exterior y volvamos a poder exportar, porque las deudas no se pueden mantener eternamente, y estamos endeudados hasta las orejas, una razón mas por la que no nos prestan del exterior.
marzo 12, 2009 at 11:12 am
Hola Pedro, lo de que la banca privada haya sido mal gestionada en un montón de sitios, no quiere decir, en absoluto, que la pública no haya sido mal gestionada, prácticamente, siempre, en cualquier parte; a mí no me hace gracia ni lo uno ni lo otro; tampoco sería gracioso que lo hicieran, unos y otros, bien, pero sí sería mucho mejor para todos.
El problema de hoy en el mundo no es comparable con el problema que ha venido teniendo Japón en el pasado. Las soluciones tampoco. Y no tiene nada que ver.
Concretamente en España ni ahorramos ni exportamos, dos pequeñas diferencias con Japón. ¿No?
La deflacción es muy mala siempre porque inhibe a los agentes económicos. El consumo y la inversión. ¡Dios nos libre! sobre todo si es continuada.
Nos siguen prestando, con un diferencial mayor pero nos siguen prestando. Lo que ocurre es que nos estamos conteniendo en nuestro endeudamiento.
Ahorrar mucho, puede que sea bueno a nivel individual pero no siempre lo es a nivel colectivo.
Lee a Keynes.
Un saludo afectuoso; pero levemente inflacionista mejor que desinflacionista. Siempre a mi juicio.