En este momento de dramática falta de liquidez para casi todo el mundo, el deporte nacional se ha convertido en sentarse encima de los euros que uno tiene bajo control, por si acaso, y silbar con la mirada perdida en el horizonte. Se trata de no hacer frente a los pagos, sean cuales sean estos, siempre que ese hecho no tenga consecuencias inmediatas graves para quien lo practica. Aquí no paga nada nadie. La cosa es que cómo nadie paga, la reacción lógica es sumarse al sentir general y no pagar tampoco, dado que no te van a pagar.
El síndrome se ha contagiado hasta Hacienda que está pensando en autorizar a las empresas no ya a no pagar sus impuestos a tiempo sino a quedarse con las retenciones del IRPF que habían practicado a sus empleados. Dicen que la medida está dirigida sólo a las firmas viables con problemas de liquidez pero que no tengan problemas de solvencia.
La Ley Tributaria es muy estricta con el pago puntual de impuestos, – «no podrán aplazarse o fraccionarse las deudas correspondientes a obligaciones tributarias que deban cumplir el retenedor o el obligado a realizar ingresos a cuenta»- aunque en circunstancias excepcionales permite el aplazamiento. La excepción es que el ingreso «pudiera afectar sustancialmente el mantenimiento de la capacidad productiva y del nivel de empleo» de las empresas y el límite es que «pudiera producir quebrantos para los intereses de la Hacienda Pública».
Hasta ahora, en algunos casos así, de falta de liquidez y no de solvencia, se venía concediendo el aplazamiento del pago del IVA o del impuesto de sociedades. Ahora, para aliviar la tesorería de algunas empresas, la Agencia Tributaria ha dado instrucciones a sus delegaciones territoriales para que sean flexibles y atiendan las peticiones de empresas de aplazar el ingreso de las retenciones que practican en las nóminas de sus trabajadores.
Si se trata de aliviar la liquidez parecería razonable aplazar pagos, pero no aplazar la liquidación de las retenciones practicadas a terceros. Por cierto que los terceros también tienen problemas de liquidez y ven que en vez de aplazarles los pagos a ellos, que sería también razonable, lo que se hace es que con sus retenciones sin liquidar se financia la empresa que les contrata. La empresa descuenta ese dinero a cada empleado de su nómina, como pago a cuenta del IRPF que él liquida al año siguiente; es un dinero del trabajador. La empresa es un mero intermediario de la Hacienda Pública. Lo que ahora se está pensando es que la empresa pueda quedarse con el dinero de los trabajadores que ella ha retenido por cuenta del Estado.
La Agencia Tributaria dice que lo que ahora propone es parecido a lo que ocurre con el aplazamiento de las liquidaciones del IVA pues las a las que se les aplaza el pago se quedan durante el tiempo del aplazamiento con el 16% que ha pagado el consumidor final. No es lo mismo, en éste caso la empresa recauda por cuenta del estado del cliente, en el otro del trabajador.
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