La base inicial de la teoría es la observación atenta de lo que ha ocurrido – inicialmente se acota lo que ocurre -, luego – mediante la especulación teórica – se explica lo ocurrido y por fin se articula la teoría completa. Cuando es así, cuando la teoría explica bien lo ocurrido, se adopta socialmente de forma masiva y se instala como un dogma. Y, a partir de ahí, se aplica para la interpretación de los nuevos fenómenos que se observan y para la predicción de lo que pueda ocurrir. Todas las teorías son formalizaciones simplificadoras de la realidad que tratan de explicar y justificar aquello que ya nos ha ocurrido.
Las personas necesitamos respuestas a nuestras preguntas, lo ignoto nos llena de ansiedad y sufrimos en medio de la cavilación y la duda; cuando por fin, instalada la teoría, todo tiene explicación, porque al fin hemos descifrado el código, porque dominamos el arcano y ya tenemos las claves para interpretar lo que ocurre, nos tranquilizamos. Se acabaron las preguntas y las dudas, ahora es el tiempo de las respuestas, el tiempo de las certezas. Esto es más confortable, no hay duda. Ante la perplejidad paralizante que nos atenaza cuando no entendemos algo, la teoría que lo explica, lo justifica y lo integra nos sirve de bálsamo social. La aceptación de los principios de la teoría provoca la desaparición de la ansiedad social y, aceptadas las bases por todos, puede comenzar la explotación de la teoría en la práctica: basándose en la teoría se desarrolla la ciencia y basándose en la ciencia se desarrolla la técnica.
Las teorías sirven para explicar lo que ya ha ocurrido, aunque, ya instaladas y aceptadas, pronto tratan de prevenir lo que nos pueda ocurrir. Pero la realidad social es tan cambiante y las teorías – por necesariamente simplificadoras – son tan inexorablemente parciales e incompletas que pronto aparecen nuevas evidencias experimentales que contradicen la teoría instalada. ¿Qué hacer entonces? La reacción social ante hechos que no somos capaces de entender, porque no se ajustan a las presunciones en las que están basados los paradigmas que integran la teoría establecida, no es nunca cuestionar la teoría sino más bien negar la evidencia, ocultar el hecho, o al menos intentar manipularlo o modificarlo. Parece mentira, pero así ha sido en la historia y así seguirá siendo; este comportamiento está en la naturaleza social del ser humano. Cuando se empiezan a acumular evidencias en contra de la teoría establecida nadie la pone en cuestión, antes preferimos no mirar lo que está pasando. Algunos individuos – usualmente los raros, los marginales, los rebeldes, los contestatarios, etc. – empiezan a protestar ante el embalsamiento de la realidad que supone la actitud mayoritaria de negar la evidencia, y son reprimidos y castigados por su actitud; los instalados, los oficialistas, los laureados, los académicos se aferran al paradigma apasionadamente y lo defienden a pesar de que cualquiera que no estuviera envuelto socialmente en la teoría, abrigado por ella, protegido por ella, y que conservara la lucidez, podría ver nítidamente lo que ocurre.
Al final, por acumulación de evidencias inexplicadas, y negadas pese a la evidencia, la crisis es inevitable; de pronto el castillo de naipes se desmorona, la teoría se derrumba y la perplejidad se instala en medio de la sociedad. Cuando la crisis se instala en nuestras mentes siempre es demasiado tarde. No nos hemos dado cuenta de que algo inexplicable e inexplicado ocurría y de pronto, cuando nos enteramos, cuando descubrimos la realidad, es después de que todo ya ha estallado bajo nuestros pies con estrépito.
Entonces cunde el pánico. Las crisis siempre son largas y la salida siempre es dolorosa. Los nuevos formuladores de paradigmas verdaderamente dignos de ser tomados en cuenta, tardan en ser aceptados. Cuando finalmente se encuentre el camino la rueda empezará de nuevo a rodar, comenzando un nuevo ciclo. En esos momentos, muchos de los que antes negaban la realidad, con tal de preservar la tranquilidad, serán capaces de aceptar alguna teoría insensata con tal de que la explicación que les dé les permita recobrar la tranquilidad. Es también el tiempo de los falsos profetas, de los curanderos, de los magos,…
¡Cuidado! Detrás de los científicos sanamente escépticos que formulan sus teorías, hay muchas veces malintencionados cínicos. A esos cínicos les trae sin cuidado la teoría, lo único que les interesa es arrimar el ascua a su sardina sea cual sea la circunstancia. Atentos, en estos tiempos de crisis, a los falsos profetas y sobre todo a los cínicos manipuladores que pronto aparecerán tratando de volver a sacar tajada.
En el siglo XIX y el primer tercio del XX la teoría económica instalada era el liberalismo, el paradigma era el libre mercado. Según los liberales dogmáticos la mano invisible de Adam Smith lo arreglaba todo; pese a que para él, para Smith, el mercado no lo arreglara todo, para sus epígonos dogmáticos sí. La respuesta a todos los problemas era dejar que las fuerzas de la oferta y la demanda hicieran su trabajo. Pero la crisis del 29, con su crash y su Gran Depresión posterior, se encargó de evidenciar que la teoría liberal ni explicaba todo ni, mucho menos, resolvía todo. Unos años después, en 1936, Keynes publicó su Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero que estableció las bases de la moderna intervención estatal a gran escala en la economía. De nuevo todo estaba explicado y sabíamos lo que había que hacer. No sólo había que ocuparse de la política monetaria, también estaba el Presupuesto para activar la economía desde el Estado. Pero, poco a poco, con el paso del tiempo, los cínicos empezaron a alentar las viejas tesis, aunque disfrazadas de novedades: surge entonces el neoliberalismo abanderado por la Escuela de Chicago y poco a poco su influencia se va agrandando hasta llegar a invadir de nuevo todo. Años más tarde, hoy, de nuevo la catástrofe pronosticada por algunos y negada por casi todos se produce.
¿Qué nuevo paradigma se instalará ahora? ¿Quién será el nuevo Keynes? ¿Cuánto tiempo tardarán después en volver a predicar los dogmáticos la siempre vieja buenanueva de que el mercado lo arregla todo, manipulados como siempre por los cínicos, que tratarán otra vez de aprovecharse? ¿Cómo lo llamarán? ¿Neo-neo-liberalismo?
octubre 20, 2008 at 3:19 pm
Muy buen argumento, querido Maestro
Ya tuvimos ocasión de hablar del método científico y de cómo la ciencia económica se ha otorgado el calificativo de tal a pesar de la inmadurez de su trayectoria.
El problema de la ciencia se resuelve mediante una modelo de una serie de hechos ubicados en la realidad que se describen mediante asertos que constituyen el lenguaje objeto. Sobre ese lenguaje objeto trata un metalenguaje L que utiliza un conjunto de axiomas, auto-evidencias, y una serie de recursos deductivos como el «modus ponens» o el «modus tollens» o el principio de tercio excluso, reglas del lenguaje lógico. El lenguaje L realiza a través de los axiomas y estas reglas demostraciones que hacen inferir de una condiciones iniciales consecuencias necesarias.
Así es la ciencia. La primera dificultad a la que se enfrenta un planteamiento científico de la economía es a distinguir claramente cuales son los asertos de su lenguaje objeto y cuales los de su metalenguaje. El error de tipos en lógica formal arroja inconsistencias que hacen que todo el trabajo se torne inútil. me explico «las políticas de tipos de interés duraderas son beneficiosas» son parte del ¿lenguaje objeto o del metalenguaje?. A cualquiera que apueste por uno u otro le podría contestar de diferente manera usando la teoría de uno u otros autores.
La segunda dificultad es aún más compleja, es la ciencia económica una ciencia ¿descriptiva,. prescriptiva, nominativa o auto-inducidad?. Me vuelvo a explicar, una vez que el señor Smith hubo redactado su maravillosa inquisición la mayor influencia posterior se debe a ese autor, a menudo olvidado, pero de dimensiones titánicas, que fue David Ricardo. Ricardo estableció leyes allí donde Smith encontró principios o premonicios como la ley de la asociación o la ley de bronce que tiene su reflejo en lo que hoy en día se llama principio de la curva de philips. Para las teorías de Ricardo no hubo contestación hasta la crítica integral Marxista. Se establecieron los fundamentos de la economía liberal clásica que actuó sin oposición por toda el reino unido y la parte de Europa que ya no vivía en un régimen medieval.
El problema fue que el establecimiento de la teoría modificó los comportamientos. ¿Qué tipo de ciencia puede presumir que en sus formulaciones realiza cambios en el propio lenguaje objeto, en los mismos hechos que tiene como fin modelizar?
El tercer problema, aún más serio si cabe, se debe a la propia naturaleza de los hechos económicos. No solo se tratan de actividades humanas, sino además están plagadas de virtudes y defectos humanos, el pánico y el miedo, el egotismo y la asociación, como bien explica el profesor cobran en la historia masa crítica que hacen que las teorías verifiquen su falsabilidad, puesto que éstas fueron fijadas de antemano, en condiciones iniciales históricas, y los problemas del devenir de los usos cotidianos no ha conocido tregua desde el neolítico.
Desde el punto de vista meramente matemático, hay grandes inconvenientes: Todas las teorías que parten de la oferta y la demanda delimitando sus formas residuales tienen cierta relevancia bajo pequeñas perturbaciones. ¿Es una caída de tipos de medio punto una pequeña perturbación? ya no jugamos en la misma liga y el resultado puede ser «impredecible» (esta palabra no asustaría a un científico pero sí a un economista, y aún más a un pueblo). Por otro lado esta la crítica de Lucas a cualquier política apoyada en una teoría macro-económica y, finalmente, la estaticidad que se advierte en muchas ecuaciones económicas ¡No existe el «tiempo»! Eso solo puede decir que tales asertos significan invariantes y que ciertas cantidades se conservan. Afirmar eso, tanto desde la micro-economía como desde la macro-economía es sencillamente cometer el mayor atropello científico: terminar fascinado por la propia «figura» de la teoría.
octubre 20, 2008 at 3:46 pm
Quizás, siendo cínico, el papel del economista es mantener una serie de «mantras» y «refranes» sobre el dinero y «aparentar» seguridad.
No me extrañaría que muchos economistas, incluso los asesores de algunos políticos solo encierren este fin: Aparentar seguridad con el suelo abriéndose bajo sus pies (dependiendo de la coyuntura).
Pero soy algo peor que cínico, una teoría de la representación no admite cualquier lenguaje objeto como representable ni cualquier modelo como teoría. hay que reunir ciertas cualidades para poder hablar en términos de ciencia.
Una ciencia económica que evita la antropología, se ciega con las matemáticas y obvia la historia o el tiempo, está condenada al fracaso perpetuo. Y no solo es un fraude, es una religión falaz.
Tanto las formas más planificadas del socialismo (el estatalismo) como las más radicales del neo-liberalismo son la misma cara de un mismo error: confundir ética con ciencia.
Chistera en ristre, se deshace de su sombra
Loch Daven
octubre 20, 2008 at 5:15 pm
Me han gustado tanto el artículo como los comentarios.
Ahora, mirandome el ombligo, me pregunto: ¿cómo evitar las aristas de una economía que no entiendo? ¿estamos condenados a una vida «reactiva» ante las marejadas del mercado tanto los que conocen el tema como los que no, puesto que no tenémos un modelo, más allá del de la intuición?
Creo que acabo de caerme del guindo y estoy en la fase del pánico (contenido, eso si:)
Un abrazo, Maestros.
octubre 20, 2008 at 5:38 pm
Daven , me allano ante tu sapiencia. El post debería ser tu comentario y mi post el comentario a tu artículo.
Gracias.
octubre 20, 2008 at 5:43 pm
Fermín, aprende y opina. Y sobre todo no renuncies nunca a la crítica abierta y al escepticismo militante ante las teorías de unos y de otros. Los escépticos no somos manejables y eso ya es un puntazo. La duda es el método que lleva al conocimiento.
Un abrazo.
octubre 20, 2008 at 11:44 pm
Aunque el problema de la ciencia sea insoluble, podemos siempre discutir sobre él, ponernos del lado de la contingencia o de la necesidad… Nuestros temperamentos y nuestros prejuicios nos facilitan una opción que zanja y simplifica el problema sin resolverlo.
Sólo una intuición privilegiada nos instala en el corazón mismo de una teoría, a despecho de todos los argumentos inventados contra ella.
La teoría, concebida en sus implicaciones últimas siempre proporciona un marco de referencias, pero siempre va por detrás de la realidad y lo que hace es integrarla en un universo de significados, intentando orientarla o adecuarse a ella postulando para ello un paradigma que pueda tomarse como bueno por la experiencia así acumulada hasta ese momento. Pero esta teoría como bien decís vosotros, maestros los dos, puede también introducir modificaciones en la realidad, por “logificación” de la realidad, por lo que se termina creando una nueva realidad y en ocasiones una perversión de la misma, como ha sucedido ahora.
Esto también sucede por ejemplo en el campo del Derecho como ciencia social con el fenómeno de la institucionalización. Decimos que es una ciencia social porque se introducen parámetros de racionalidad y existen en él sistemas de códigos normativos.
Pero sólo tenemos instantes para darnos cuenta de que todo depende de nosotros… la libertad o la liberalidad de unos principios que se han dado como buenos siempre comporta la doble posiblidad, de salvarnos o de perdernos.
Yo no creo que tengamos que buscar a otro Keynes. Es lo que decía el reciente nobel Krugman, el único problema estructural ha sido el de estar sujetos a una sola y única ortodoxia obsoleta.
En cuanto a poner medidas de control institucional más reforzadas y a las medidas que se están tomando esperemos que puedan desembocar en algún resultado. En todo caso la gran intuición privilegiada esa de la que ha hablado el contertulio Fermín, sin caerse del guindo, es la que deberá venir de manos de grandes personas conscientes y de grandes políticos.
Gracias, estos temas de filosofía de la ciencia, de sistemas o teorías de legitimación, siempre son áridos, por lo que don Gustavo le felicito por su buena exposición porque es difícil explicarlo con tanta claridad y rigor científico. Y siempre aprendo también de todos vosotros.
octubre 21, 2008 at 8:34 am
Querida Ishtar,
No comprendo por qué comienza diciendo «Aunque el problema de la ciencia sea insoluble…» y termina por felicitar a Don Gustavo por «su buena exposición porque es difícil explicarlo con tanta claridad y rigor científico». ¿Es una nueva forma de ironía?
El problema de la ciencia no es insoluble. Existe la ciencia, y el método científico que se ha consolidado como la mejor forma de comprender la realidad física.
Espero haber entendido mal.
Suyo afectísimo, el pañuelo sangriento de
Loch Daven
octubre 21, 2008 at 8:37 am
Querido Gustavo,
El mérito de poder verbalizar una crítica se debe a la espoleta de su magistral mayeútica. No me considero escéptico, pero los escépticos alimentan mis pensamientos. Me llamo a mi mismo dialéctico, porque de un dogma «necesariamente» debe aparecer su contrario, y en esa lucha debe desarrollarse la historia.
Un fuerte abrazo
Lord Daven
octubre 21, 2008 at 8:44 am
Dicho sea como aforismo, la formulación de la física no altera en absoluto los hechos físicos. Sólo los intenta explicar mediante conceptos funcionales como primeras integrales o simetrías o grupos algebraicos.
Si son los hechos que tozudamente o mediante nuevas observaciones ponen en crisis la formulación, esta verifica su falsabilidad.
Todo esto queda mucho mejor descrito en el trabajo de Thomas S. Kuhn sobre las revoluciones científicas.
En la física la realidad domina a la formulación, de otra manera sería un engaño colectivo. ¿Es el caso de la neo-ciencia económica o más claramente del esoterismo?
Regards
Loch Daven
octubre 21, 2008 at 9:36 am
Ahora termino por darme cuenta de otro extremo,
La estrategia debe tener en cuenta las teorías con cierta distancia. Al final la estrategia se basa en una evaluación del momento actual. No es necesario encorsetarse en la teoría A o B, eso es innecesario. Una estrategia debe considerar el principio de Occahm, la evaluación más sencilla que explique la situación actual es probablemente la más adecuada para el fin. La estrategia es intencional, y la teoría si lo fuera tendría un carácter teleológico. ¿Cuantas teorías se han elevado a nivel de estrategia? La estrategia beneficia a los intereses de una parte que está en relación con el resto de agentes en un entorno, mediante acciones adaptación, reacción, defensa o ataque.
Los principios estratégicos no son los mismos que los principios de un teórico. Un estratega no debe entregarse a una teoría, sino a la realidad como flujo de acciones.
Siento que mis pensamientos fluyan, volando de rama en rama y pudieran apantallar el de los demás, no tengo disciplina, en tal caso preferiría callarme
Loch Daven
Loch Daven
octubre 21, 2008 at 10:34 pm
¿Tremenda ironía verdad? Una cierta contraposición entre racionalismo y empirismo.
La distinción entre los principios lógicos seguros y vacíos y los principios científicos informativos y falibles. La lógica no es sino un conjunto de vaciedades -o de tautologías, relaciones de implicación: de igualdad, negación y tercio excluso-, pero vaciedades tan importantes que -de no ser por la seguridad que nos ofrecen- toda ciencia sería imposible.
El neopositivismo -o “empirismo lógico” , como también se le llamó- aspiraba así a hacer justicia tanto a la lógica como a las ciencias empíricas, superando la vieja contraposición entre racionalismo y empirismo que durante unos cuantos siglos había dividido a la teoría moderna de la ciencia.
Se trata como vemos de una concepción jorística de la lógica, pero una concepción jorística “al día” (khorismós, igual a división), concepción que a través de su énfasis en la conexión entre lógica y lenguaje -permitiría recuperar toda una tradición de larga antigüedad en la historia del pensamiento.
Que los principios lógicos conquisten de nosotros un generalizado grado de consenso sólo quiere decir que, en tanto miembros de la comunidad de comunicación que constituimos los seres racionales, echamos mano de ellos por ninguna necesidad de tipo sobrehumano.
~
Al definirte como un dialéctico tal vez has dado en la clave de todo ello, estimado amigo. Y aplaudo mucho tu discurso estratégico.
Pero voy a citarte una vez más:
“La corrupción se defiende como “contribución al margen de beneficio”, pero las palabras de leguleyo, de vendedor de alfombras persas no suponen nada más que maniobras dialécticas.
Ellos y sus fastos terminarán por caer, y su usurpación será devuelta al pueblo.
Nada más
Lord Daven”
~
Pero cuando haya liquidado todos sus vestigios, cuando la vida y la de los otros deje de parecerse a unos títeres de cuyos hilos tirará para reírse, una diversión de fin de los tiempos. Será entonces el ser puro, esa “unidad” dialéctica de la que habla el maestro Heráclito de Efeso.
Por mi parte, aprendamos a construir una dialéctica de la razón o una dialéctica ilustrada, desde el diálogo y desde la comunicación. Es de urgente necesidad.
Mientras yo al “hilo” de ese maldito “yo”, y de esos títeres, así es como yo me encuentro, mucho genio y fuerza al violín de ese Brahms que escucho ahora, así, bueno, como siempre te digo, lovely friend, que disfrutes de un agradable día.
No sin antes dejarte con otra ironía de carácter masoquista, la de aquella del poema de Baudelaire “Yo soy la herida y el puñal”. Esta civilización parece haber sido nacida para el agotamiento humano, y ella misma en su devenir se ha llevado a ello.
En ti hay cada vez más consciencia de lo in-temporal y creo que percatarme de ello fue lo que me salvó de todo ese devenir, ya no experimenté alegrías ni sinuosidades, sino un geometrismo, pero me negué a dejarte solo con tu idea de eternidad dialéctica en un mundo tan jadeante.
octubre 22, 2008 at 12:22 am
Bravo, maestros.
Éste artículo y sus comentarios, deberían ser enmarcados para uso y disfrute de la comunidad de escépticos militantes.
Yo, por mi parte, bastante he tenido con leeros y disfrutar.
Para mí, que aún me toca soportar las cínicas paradojas de los políticos durante el resto de la semana, me sirven de bálsamo.
Fuerza y valor, y no pareis, please.
Fran Romero