Ronald Howard Coase nació en el Reino Unido y estudió en la London School of Economics donde se graduó en 1932. Emigró a Estados Unidos, y dictó clases en la Universidad de Buffalo, en el Center for Advanced Studys in the Behavioral Sciences, en la Universidad de Virginia y en la de Chicago. Es Premio Nobel de Economía de 1991. Su famoso teorema, en el que muchos neoliberales fundamentan que el estado es el único causante de todos los males o casi, formula que en una situación en la que existan externalidades negativas derivadas de la actividad económica, si las partes que están implicadas en la generación y las consecuencias de las externalidades, pueden negociar sin ningún costo de transacción, pueden resolver por sí solas el litigio que tuvieran de la forma más eficiente económicamente.
Las externalidades son efectos no buscados directamente de la actividad económica, como por ejemplo molestias por ruido al vecindario de una fábrica, pastos o cultivos perjudicados por las emisiones de una chimenea, perjuicios por el ruido de un bar, etc.
Es brillante el teorema, y muy clarificador acerca del papel de la administración, pero los epígonos neoliberales de nuevo exceden en sus conclusiones la voluntad del maestro al propugnar que entonces para qué hace falta el Estado. ¿Quién estaría encargado de minimizar los costes de transacción? la administración del Estado. Y ¿quién habría de arbitrar las soluciones cuando los costes de transacción fueran altos?: también el estado. Y si las externalidades fueran a largo plazo ¿quién habría de imponer las soluciones?: vaya, otra vez el estado. ¿Y si fueran planetarias como la contaminación, el cambio climático, el deterioro irreversible del medioambiente: como la desertificación a la muerte biológica de grandes áreas marinas?: eso no lo arreglaría más que un poder planetario, ¡qué horror! ¿No?
También hay externalidades positivas, como las que se producen por la aparición de internet o por la construcción de infraestructuras, etc. ¿De promover esas actividades debe ocuparse tal vez el estado?
septiembre 8, 2008 at 12:52 am
Divertido juego:
Los tenderos ofrecen K a demandantes, en este tipo de transacción, de alguna manera, aparecen externalidades.
Primer condición: Dispuestos a negociar sin coste de transacción. ¿Por qué?, en realidad el juego parece ser beneficioso para ambos, bien pudiera trasladarse la externalidad a otro pista menos popular (¿África?). También se puede poner la externalidad en sordina ¿Medios de comunicación?
¿Que es un acuerdo?: Es un hecho temporal, Aparece la externalidad K y como consecuencia de ello los agentes se ponen de acuerdo. La belleza del silogismo parace no encerrar más de 10 mili-segundos. En realidad si, de verdad hubiera acuerdo, podrían pasar siglos.
Sin coste de transacción: ¿Qué quiere decir ésto? cualquier transformación en el juego conlleva costes de transacción, financiación, tiempo, despliegue de nuevos medios. Sinceramente el condicionantes es puramente «estático» no «realista».
El idealismo de los liberales se basan en fundamentos estáticos de la micro-economía. Es sencillamente delirante que este ejercicio teórico sea planteamiento realista para atribuir al mercado la capacidad de auto-regulación.
Existe un problema de fundamento primordial: La incapacidad de expresar una fricción en términos históricos. Mientras permenezca esa incapacidad, la suerte de los hooligans liberales será «hacer del mundo un lugar peor».
¡Privaticemos los hospitales!
¡Viva el dinero!
Lord Daven
septiembre 8, 2008 at 2:10 am
Desde luego estos neoliberales, se adiestran no sólo en desarticular la estructura del Estado, sino que se estarían cargando toda la Edad Media, con todas las guerras que nos costó llegar a configurar lo que es un «rito», el rito del «procedimiento» legal o jurídico para la elaboracion del derecho y el Estado, y para la consecucion por medios «pacíficos» con el estandarte liturgico y portador de la Palabra, de la institucion, y acceder así al inicio de la Administración pública. Cosa que los romanos no hicieron con tanto perfeccionamiento como los canonicos liturgicos y los amanuenses.
No creo que con la economía y el mercado se pueda sortear la institucion jerárquica, porque el mercado mismo se rige por ella, y por privilegios de ley. Es el problema del poder. Nos estamos cargando los fundamentos y ponemos en juego la vida, casi siempre de los más indefensos.
Realmente no saben nada de Derecho ni de historia, los que creen que pueden cargarse las instituciones, la cantidad de interes creados, incluidas las instituciones financieras.
Sí habría que quitar a tantos «consultores» de la administracion, sobre todo de la adminitracion fiscal, véase como se ha incrementado el personal, y algunos no se sabe qué representan.
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Ishtar, volviendo a su privilegio de la palabra y desdeñando el dinero!! O mejor desdeñando el mercado!!