La capacidad de explotar el medio es lo que ha condicionado el crecimiento de la humanidad. Llevamos 100.000 años, más o menos, aquí. Los primeros 90.000 fueron de escaso éxito para la invasión de la tierra por parte de los hombres. La caza, la pesca y la recolección limitaban los recursos disponibles y, por ende, la población.
La agricultura supuso un gran salto; cuando aparece ésta, hace 10.000 años, se estima que había en el mundo algo más de 200 millones de habitantes; a partir de entonces el crecimiento de las poblaciones de humanos se disparó. Comienza la deforestación para liberar áreas para el cultivo. Aparecen las ciudades. La tierra empieza ya a cambiar mucho por efecto de la actividad humana. Ya hemos hablado de ello en otro post. Domesticamos animales para el trabajo de la tierra, aparece la ganadería extensiva e intensiva, aterrazamos las laderas de las montañas, construimos canales para el riego, plantamos especies de más rendimiento -arroz, trigo, maíz- que las originales de los ecosistemas naturales. Sobre todo en Asia eso propicia una gran explosión demográfica. En 1830 había ya 1.800 millones de personas sobre la tierra.
La segunda gran explosión se produce con la revolución industrial. Desde entonces, en menos de 200 años, hemos llegado, desde esos 1.800 millones, hasta los 6.500 millones actuales. La causa es la utilización de las energías almacenadas por la tierra en forma de combustibles fósiles. El carbón, el petróleo y el gas han posibilitado ese incremento espectacular. Aunque hizo falta incrementar la producción de alimentos y eso se consiguió, sobre todo, por la utilización de los fertilizantes químicos nitrogenados -que en definitiva se producen desde esos combustibles fósiles, con su energía-, lo que ha permitido que la producción de alimentos esté a la altura de las demandas de una humanidad hambrienta y en crecimiento imparable.
No sólo somos cada vez más, cada vez empleamos mecanismos más sofisticados para dominar la naturaleza y cada vez somos más ricos, lo que implica que cada vez tenemos mayores necesidades. El impacto sobre el medioambiente es una combinación de todos esos factores que tienen efecto multiplicador sobre la utilización de los recursos, hasta el extremo de que empezamos a ver, de forma clara, que la dinámica actual no es sostenible. Ya hemos hablado del agua y del petróleo. Otros recursos también se agotan. Por ejemplo las pesquerías están ya agotadas. Hace unos años tuve un encargo del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para estudiar estrategias de apoyo a la internacionalización de la flota pesquera española, y me quedé aterrado. Estábamos acabando con los recursos pesqueros en todo el mundo. Muchos de forma irreversible. Desde entonces la situación no ha parado de empeorar. Literalmente hemos colocado a la mayor parte de las especies marinas en situación de colapso por sobrepesca. Se necesitarían muchos años de moratoria para intentar la recuperación y se duda que sea posible en muchos casos, aún con la utopía de que no pesquemos para lograrlo. Ya sé que la acuicultura nos ha ayudado mucho, pero el impacto ecológico de ésta es tremendo. Baste señalar que el cultivo de camarones casi ha acabado con el ecosistema del manglar entre los trópicos y el ecuador.
¿Debemos pensar que hay también un límite a la población? ¿Hay una población sostenible? Hay dos corrientes principales de opinión, la de los optimistas que sostienen que no hay un límite porque la tecnología cada vez proveerá de más y mejores soluciones, y eso hará que cada vez quepamos más humanos en la tierra, y la de los pesimistas que creen que el impacto de la actividad humana sobre el medio está llevando ya al planeta al colapso. ¿Hay una tercera opinión? Claro, la intermedia –«in medio est virtute»-; hace falta una transición razonable desde las actuales tendencias de crecimiento, para nosotros, insostenibles, hasta alcanzar una población compatible con la conservación del planeta.
Creo que es imperativo controlar la población total sobre la tierra y que la actual trayectoria de crecimiento no es sostenible. En el año 2050, dependiendo de cómo se desarrolle el control de la natalidad, seremos entre 7.800 millones si actuamos rápidamente, o 10.600 millones si no lo hacemos. Pensad que si la tasa de fertilidad TFT (número de hijos por mujer) no bajara, es decir se mantuviera en los valores actuales, llegaríamos a ser 11.700 millones en ese año. En cualquiera de los escenarios el incremento, como ya señalábamos en otro artículo de la serie, se dará en los países más pobres. Las altas TFT se asocian a la pobreza y esta se asocia a las TFT altas. Es un círculo infernal. La solución para disminuir las TFT es la educación de las mujeres, la emancipación de las mismas y una salud reproductiva y sexual al alcance de todas ellas en todo el mundo.
Entre los olvidados compromisos del milenio de la ONU están: lograr la educación primaria universal, y eso incluye a las niñas, promover la igualdad entre los géneros y la liberación femenina, reducir la mortalidad de niños menores de 5 años y mejorar la salud materna. Un aumento de la supervivencia de los niños nacidos va a determinar, casi inmediatamente, unas menores tasas de fertilidad, como también señalábamos en otro de los artículos. Si se cumplieran esos objetivos, las tasas de fertilidad en los países más pobres descenderían a niveles razonables. Eso haría que la tasa de crecimiento global se hiciera compatible con la conservación de los ecosistemas y con la conservación de las especies animales y vegetales. Habría que apoyar medidas para paliar el efecto del envejecimiento de la población. Aunque cada vez que se ha producido un ajuste de población, los viejos envejecemos más despacio y nos podemos mantener activos durante más tiempo. ¡Ved la muestra! Yo estoy como una moto nueva, para algunas cosas.
Mientras esta evidencia se instala en las mentes de todo el mundo razonable no faltan los dogmáticos fundamentalistas que claman porque sigamos llenando la tierra de humanos frente a toda razón. Uno de los representantes más genuinos de esa tendencia se llama George W. Bush, que aunque sólo tiene dos hijas, y parece que no las ha educado demasiado bien, ha cancelado la ayuda a todos los programas relacionados con el control de la natalidad de su Gobierno. La “guerra” a esas ayudas y a esos programas ya empezó durante el mandato de Ronald Reagan y de Bush padre, pero el niño les ha dejado en ridículo con su cruzada particular.
Los Estados Unidos son la mezcla de lo mejor y de lo peor del mundo. Espero que esta vez toque la de cal -ya está bien de arena con los ocho años de George W. Bush-. A ver si con los cambios que se avecinan mejora el compromiso del país, hoy por hoy líder del mundo, con los objetivos del milenio. ¡Ojalá! Tengo ganas de hablar bien de los EEUU.
julio 22, 2008 at 9:23 pm
El mundo pulsa como una bomba pero en los precipicios del arco de su brazo ni la muerte ni el caos nos amenaza.
Mientras que el único modo de constituirse el sujeto en el imaginario cultural, es decir, a través de la pérdida del paraíso, expulsión o exclusión traumatizante, conflicto de edipo, etc, no es que sean del todo falsos pero son los únicos modos que sobrevienen como ritos de entrada del sujeto en el mundo mayor al concebir el advenimiento también del lenguaje y la instancia de un tercero, que podeos llamar Padre, Ley, Nombre-del Padre. Ello permitiría la entrada del sujeto-niño en lo simbólico y el acceso al lenguaje.
En esto no participa la madre que siempre ha sido relegada y separada del niño cuando si lo pensamos él ya está separado de la madre por el mecanismo natural de la placenta.
Traigo esto a colación para percatarnos de la ceguera en que siempre hemos vivido muchas mujeres, que no hemos podido saber como ser nosotras mismas separadas de nuestros hijos, aunque este no es mi caso personal.
Entre otras cosas hoy está el sujeto sobrevalorado y esto tambien ha perjudicado a un entendimiento mejor de lo que somos.
Es necesario por tanto crear nuevos valores que unan a la mujer a ella misma, que no sean necesariamente los de su matenridad sino de su relación con otras mujeres y del intercambio de objetos entre ellas para su valoración sin quiebra de fusión, sin mitos de edipo con sus hijos.
Y por otro lado es necesario que el sujeto se revalorice de otro modo, con otra expresión.
Se mide el valor del individuo por la suma de sus desacuerdos, por su incapacidad para ser indiferente, por su negativa a ser el objeto, y de aquí la descalificación del bien, de aquí la boga del mal.
Y esto en realidad causa un perjuicio a la verdad, pues el “sujeto” existe pero en muchos casos es una “ficción” de él que se debe a que recuerda de él su biografía, pero lo único que realmente existe es la “impresion” primaria de sentir, y eso está antes que el sujeto .
Por tanto, tendríamos que hacer una redefinición de lo que es el sujeto.
La filosofía moderna, instaurando la superstición del yo, ha hecho de ella el resorte de nuestros dramas y el pivote de nuestras inquietudes, añorar el reposo en la indistinción, el sueño neutro de la existencia sin cualidades, todo “yo” es ruptura con la quietud de la unidad.
Quien se ataree en atenuar tu soledad o tus desgarramientos va contra tus intereses y tu vocación.- eso es lo que se dice, se debe pensar, estaría en boga, pero no es así, si lo piensas, no es así.
Propongo que cambiemos la idea del sujeto que tenemos y hablemos de otra forma de yo en que puede implicar una relación más amplia de cosas sin este verse discriminado o relegado de ellas. El sujeto no es lo importante.
Si no cambiamos esta forma de pensar nos veremos abocado a un mundo donde las almas son inabarcables en sí. Donde ya no cabemos pues todos no podemos realizarnos de la misma manera, eso esta claro.
~
Gracias, amigo Gustavo por dedicarme este artículo que sin duda me ha motivado.
Blessed be!!
julio 23, 2008 at 11:05 am
Todos deberíamos tener una jefa. El mundo sería mejor así. Las características femeninas se adaptan mejor que las masculinas a los requisitos del liderazgo que necesitamos hoy. Aunque algunos hombres tengamos lado femenino, sois mejores que nosotros.
Un saludo.
julio 24, 2008 at 3:01 am
Estimado amigo:
Quiero dejarle aún con alguna reflexión más sobre este tema.
Donde el cuerpo femenino engendra en el respeto de la diferencia, evidentemente el culto a la relación madre-hijo muestra la tolerancia femenina. Y me imagino que todo el terreno que la mujer ha ganado en la sociedad se deberá a su propia lucha y a su trabajo fundamentalmente y a su tolerancia de que ella también quiera compartirlo con el hombre.
Lo que quiero decir es que vamos avanzando gracias a tolerancias de ambos géneros, también el cuerpo social patriarcal se edifica jerárquicamente excluyendo la diferencia, sobre todo ello se ha demostrado así una vez llegamos a las cúpulas organizativas de todas las empresas o instituciones.
Las dificultades de las mujeres para lograr que se reconozcan sus derechos sociales y políticos se basan en esta relación entre biología y cultura, sobre la que nunca se ha pensado lo suficiente.
Rechazar hoy día toda explicación de tipo biológico -porque la biología paradójicamente, haya servido para explotar a las mujeres- es negar la clave interpretativa de la explotación misma. Ello significa también mantenerse en la ingenuidad cultural que se remonta al establecimiento del reino de los dioses-hombres, pero seguiremos hablando sobre ello.
~
La afirmación de que hombres y mujeres están ahora igualados o en vías de estarlo se ha convertido practicamente en el nuevo opio popular, hombres y mujeres no son iguales y orientar el progreso en ese sentido me parece problemático e ilusorio.
Así en el plano del trabajo un empresario se apresurará a decir que no quiere mano de obra femenina porque es inestable o en todo caso aceptará contratar mujeres a condición de pagarles menos sin reconocer que a menudo constituyen la mejor mano de obra por su seriedad especialmente a partir de una cierta edad.
Y lo que pasa es que las mujeres en vez de hacerse mujeres se hacen hombres. Es lo que exige el mundo masculino a falta del reconocimiento de la identidad femenina.
La dedicación profesional forma parte de la identidad de los sujetos pero esta se define también en base a otras realidades. Evidentemente, se trata de alcanzar un estatuto profesional, de tener un puesto de trabajo, pero esto es algo que no se puede poseer como cualquier otro objeto.
El género humano debiera pensar en sus dos polos de identidad e integrar en la cultura la riqueza de sus bienes relacionados con la vida.
La vida vale mucho más que todos los objetos, propiedades o riquezas que podamos imaginar.
Si no se desea regresar a la neutra indiferenciación del “estado inorgánico”, paradójica conclusión de un hincapié excesivo en la diferencialidad, no queda otra salida que someter la diferencia femenina a la prueba de la universalidad, pues “el discurso ético feminista o se universaliza o se pudre, y no precisamente para fecundar la tierra» (Celia Amorós).
Blessed be!!
Ishtar, blandiendo un arco sobre un carro tirado por siete leones.
julio 24, 2008 at 10:01 am
Los hombres deberíamos tratar de emular muchas de las virtudes femeninas.
La mayor diferencia en el comportamiento que afecta a la capacidad de dirigir de unos y otros es la asertividad. ¿Puede ser una reacción a la opresión que habéis tenido?
Los hombres -machos territoriales de mamífero- son demasiado agresivos: Confunden la firmeza con la rigidez y no saben ser flexibles en la firmeza. Las mujeres sí. Sabéis decir no sin aspavientos y con dulzura. Los hombres sólo saben decir ¡NO!
Te regalo este modesto haiku:
Como un junco,
flexible pero firme.
Así debes ser
julio 29, 2008 at 4:39 pm
Ultimamente venía leyendo en diferentes fuentes que, la explosión de la población mundial, ha sido siempre proporcional a la producción de energía, por esto es que a raíz de la revolución industrial y de la explotación de reservas de combustibles fósiles (del pasado siglo), es que la población mundial se ha incrementado de la manera que expones. Si esto es así entonces un límite de la población mundial estaría en relación con la capacidad de producción de energía. La pregunta sería si hay un límite para eso.
Viendo la deficiencia energética actual, y el esperado fin de la era del petróleo, esta claro que la matriz energética mundial dejará de ser el petróleo. Si hay un déficit de energía a gran escala, la población mundial también se reduciría. Si el hombre encuentra otra fuente tan abundante que mantenga su consumo, pues la población seguirá creciendo.
Definitivamente energía no falta, existe el carbón, la nuclear, la solar etc etc. Pero el hombre no es capaz producir energía a gran escala y de manera económica salvo explotando petróleo. Por ello estará en manos de la propia humanidad, evitar esa crisis energética que podría significar un contracción en la población mundial.
un saludo
julio 30, 2008 at 10:29 am
Gracias por el comentario.
Sobre energía puedes leer este post.
http://gustavomata.org/articulos/retos-del-siglo-xxi-energia-para-todos
Yo pienso que estamos cerca de los límites de población por la combinación de varios factores: somos cada vez más, cada vez más ricos y con tecnologías cada vez más sofisticadas. El impacto sobre el medio es inasumible.
Un saludo.